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Larga cola en uno de los puestos de panadería. A. GARCÍA
«No sabemos si volveremos a vender aquí, no compensa»

«No sabemos si volveremos a vender aquí, no compensa»

Rastro. Los tenderos lamentan las restricciones en el primer mercadillo sin presencia de textil y antigüedades y con muchos menos clientes

OLAYA SUÁREZ

Lunes, 9 de noviembre 2020, 00:21

Llevamos treinta años viniendo a vender al Rastro y hoy es, con diferencia, el día que menos gente hay, menos de la mitad que el de un día malo de lluvia en invierno». Los vendedores del mercadillo dominical se mostraban ayer en una dualidad: por una parte, dichosos por haber podido instalar sus puestos pese a las drásticas restricciones derivadas de la pandemia pero, por otra parte, preocupados por el acusado descenso de las ventas en los últimos ocho meses.

Solo una treintena de comerciantes pudo instalarse en la parte de atrás del Palacio de Deportes, todos ellos de alimentación. Al resto, las directrices emanadas del BOPA les impide colocar sus tenderetes de textil, antigüedades o libros, entre otros.

Los que sí pudieron tener ayer presencia fueron los de venta de frutas y hortalizas, embutidos, quesos, miel o las panaderías. «Tenemos, sobre todo, mucha incertidumbre porque todas las normas cambian día a día y ya no sabemos a qué atenernos, tenemos miedo por el futuro», lamenta Sheila Arnaldo García, apicultora de Belmonte de Miranda.

En ese mismo sentido, se pronuncian Isaac Gabarri y Alsira Manzano, al frente de una frutería. «Hoy no se vende nada, una cuarta parte de lo que vendemos normalmente, no sabemos si seguiremos viniendo porque con esta situación no merece la pena», apuntan estos residentes en Corvera que se han visto también obligados a dejar de ir al mercadillo de la localidad lucense de Ribadeo. «Lo que tenían que hacer, ya que somos tan pocos, es instalarnos en el aparcamiento de El Molinón, que pasa más gente y habría más ventas, aquí atrás mucha gente no sabe ni que estamos hoy», añaden.

Ángel Bermejo es uno de los históricos del Rastro dominical, con 40 años de presencia ininterrumpida. Define la situación como «muy complicada». «No nos ayudan en nada; de los negocios del Rastro dependen muchísimas familias a las que se les prohibe vender al aire libre y en un espacio abierto en donde la gente no se quita la mascarilla, aquí no hay riesgo de contagio», dice.

Ángela Sanmartín y Raquel Fernández son dos amigas que ayer acudieron a comprar nabizas en un puesto de verduras. «Se nota que hay mucha menos gente que otros domingos, es normal, hay miedo por la situación, pero en este espacio abierto y en el que todo el mundo lleva mascarilla no creemos que haya un riesgo alto de contagio».

Opiniones encontradas

Con opiniones encontradas estaban otras dos usuarias, amigas entre ellas pero en puntos alejados sobre las medidas adoptadas para intentar poner freno al coronavirus. «La vacuna no va a servir de nada, tardará muchos años y lo que no se puede es llevar a la gente a la ruina, hay que comer», afirma Carmen Parapar. Su acompañante, María Jesús Río, considera que se debe anteponer la salud. «Estoy a favor de las medidas y de evitar que se formen aglomeraciones; yo hoy vine al Rastro porque sabía que iba a haber menos gente, si no no salgo de casa, solo para ir a la compra una vez a la semana y ya», comenta.

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