Se ha convertido en un auténtico quebradero de cabeza para las fuerzas de seguridad. El robo de cobre es uno de los delitos contra el patrimonio más frecuentes en el concejo. Un continuo goteo que supone no solo pérdidas millonarias, también una molestia para todos ... los ciudadanos que sufren las consecuencias de estas prácticas ilícitas: demora en los trenes por la sustracción de catenarias e incluso tramos de vía o suspensión del servicio de telefonía, entre otros.
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El kilo de este material se paga a aproximadamente 3,70 euros en chatarrerías, un 20% más que hace un año pero un poco menos que hace meses, desde que las voces que anuncian una próxima recesión han visto cómo empezaba a descender su valor, un importante medidor de la situación actual y venidera de la economía. Aun con todo, la sustracción de cobre sigue produciéndose prácticamente a diario. La semana pasada la Guardia Civil detenía a dos vecinos de Gijón por robar cable del alumbrado público en Castrillón por valor de más de 10.000 euros.
Los autores de este tipo de robos suelen ser miembros de bandas organizadas, pero poco especializadas, que recorren la provincia esquilmando alumbrado público, canalizaciones de agua, catenarias, mobiliario urbano, tapas de alcantarillas e incluso catalizadores de vehículos aparcados en la calle. Les vale prácticamente todo lo que lleve este tipo de aleación.
En Gijón hace varios meses arrancaron el cableado eléctrico de toda la avenida de El Molinón. En Tremañes robaron cien metros de fibra óptica y dejaron sin servicio de internet a aproximadamente 7.000 usuarios. Los presuntos autores fueron interceptados en el polígono de Roces con una furgoneta cargada del material sustraído.
Pero esos arrestos son solo una solución a corto plazo: el tiempo que los ladrones permanecen en los calabozos hasta pasar a disposición judicial y quedar en libertad. Este tipo de delitos no suele conllevar la medida cautelar de prisión provisional, por lo que los autores vuelven a la calle y, la mayoría, a delinquir. El robo de cobre es para muchos clanes su forma de vida y su sustento. No les hacen cesar en su intención ni los arrestos ni las posteriores condenas, de entre uno y dos años de prisión.
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Este mismo año los propietarios de una vivienda de Somió sorprendían a varios individuos dentro de su finca mientras arrancaban la escalera de la piscina, los canalones e incluso las manillas de las puertas. Poco después, el cementerio de Jove era objetivo de los grupos de robo de cobre: se llevaron ornamentos de las lápidas e incluso el nombre en relieve de los finados. Pero continúan más centrados en el mundo terrenal, sobre todo, en todas las cuestiones que atañen a las instalaciones de alumbrado.
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