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Hace año y medio que Yaiza Azevedo ganó independencia. Se la dio la silla de ruedas eléctrica y adaptada que sus padres lograron adquirir por 5.616 euros. Gracias a ella, la joven de 17 años, que nació con un derrame cerebral y fue sometida a varias operaciones, incluyendo una cirugía multinivel a los 14 años, empezó a salir de casa sola, «a dar una vuelta a la manzana, a ir al kiosko o a la tienda del barrio». «Antes no salía de casa, siempre estaba con su hermana y conmigo porque tiene miedo a la calle y a la gente», cuenta su madre, Santa de las Heras. Últimamente «estaba toda contenta porque iba sola a la parada del autobús». Lo dice en pasado, porque esa misma independencia que tanto costó conseguir se la arrebataron el pasado viernes o sábado, cuando alguien robó la silla de Yaiza del bajo de la calle Río Muni, en el barrio gijonés de El Llano en el que habitualmente la guardan.
«No me entra en la cabeza que alguien haga algo así», lamenta la madre, aún sin creer lo ocurrido. El viernes, explica, tuvo que pasar el día en el tanatorio por la muerte de un familiar cercano. «Yaiza y mi hija mayor se quedaron en el bar -es propietaria de La Santina de Ceares- hasta las nueve de la noche, cuando volvieron a casa». Como siempre, dejaron la silla en un bajo, «un almacén de una floristería cercana» que se lo cede ya que no cabe en el ascensor. «Para subir y bajar de casa la empujamos con una silla pequeña», apunta Santa. A las diez y media de la mañana del sábado descubrieron con horror que la silla no estaba.
«No sabemos quién ha sido, no sé quién se la pudo llevar, estoy en shock y no he podido ni llorar a mi primo», reconoce la madre. Su enorme disgusto se torna angustia cuando su hija le dice: «Mamá, ¿quién me puede tener manía a mí?». «Yo intento quitarle peso y le digo que seguramente fue alguien que necesita dinero y quiere vender la silla, pero me gustaría saber quién fue para tener a mis hijas protegidas». Porque si ella se ha llevado un chasco, la hermana mayor de Yaiza aún más. «La quiere con locura y no soporta que le hayan hecho daño».
El mismo día que descubrieron el hurto, Santa interpuso una denuncia ante la Policía Nacional, que investiga los hechos. «Creo que las personas que no viven estas situaciones no lo entienden, no saben lo que conlleva no tener una muleta o una silla de ruedas cuando la necesitas», reflexiona. Y explica que «la niña nació con un derrame cerebral y no andaba, pero a base de muchos años de volverme loca conseguí que la operaran en el Hospital Niño Jesús de Madrid». Yaiza «no quería salir a la calle ni hacer nada y ahora estaba mejorando poco a poco». Por todo ello pide al autor del hurto que «dejen la silla en un contenedor, donde sea, y si no que la utilice, pero con sentido». En el fondo aún confía en que aparezca, ya que «no me puedo plantear adquirir otra silla, es un dinero que no es fácil de conseguir, aunque a mi hija no le va a faltar de nada. Hay que esperar y tener paciencia». Entretanto, Yaiza vuelve a necesitar de alguien que la ayude para salir de casa.
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