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El auge de Gijón como destino tiene innumerables beneficios, como también ha hecho aflorar varios escollos contra los que ya se toparon antes otras ciudades. Ahí está, por ejemplo, el turismo de baja calidad, ese que no suele querer nadie y que tiene como máximo ... exponente las despedidas de soltero. Pero el más inminente y que se intentará atajar normativa en mano es el de la proliferación de viviendas de uso turístico (VUT).
Sin duda, es un tema complejo y con muchas aristas. El gobierno local quiere tener listo para final de año un paquete de medidas que se irán implementando en dististas velocidades, según la complejidad normativa que traigan consigo. Se están trabjando conjuntamente entre las concejalías de Turismo y Urbanismo. «Queremos ir dando pasos seguros y firmes para que no se puda tumbar ninguna ordenanza», explicó ayer la vicealcaldesa Ángela Pumariega a EL COMERCIO.
Aunque ya se está trabajando en varias direcciones, una es la prioritaria: la persecución de las viviendas ilegales en la ciudad. Lo que se sabe es que tienen licencia de piso turítico el 1% del parqué inmobiliario gijonés, pero preocupa el aumento de las que se están sigan al margen de la ley. «Tienen que desaparecer del mercado», subraya Pumariega. En el mandato anterior el gobierno desarrolló una herramienta que pers hacer aflorar las VUT ilegales. Eso fue en junio de 2022. Para que se hagan una idea, un año después se había sancionado a 14 propietarios por fraude y Urbanismo había abierto 55 expedientes. Ese número, dicen los responsables actuales, significa que «se hizo muy poco».
Radiografía real
Por tanto, lo primero que quiere hacer el Ayuntamiento es, en primer lugar tener una radiografía real de los pisos turísticos en la ciudad y, en paralelo, expulsar del mercado a quien corresponda. También cabe recordar que existe un margen de tiempo, a veces muy extenso, entre que el propietario solicita la licencia y el Principado la autoriza, sácandola al mercado con un halo de provisionalidad. «Necesitamos tener esos datos para poder tomar decisiones ajustadas a lo que podemos aplicar», explica la también concejala de Turismo.
¿Y después qué? La fórmula que más gusta al gobierno local es la de la zonificación. Es la vía prioritaria sobre la que se está trabajando, aunque aún sin confirmar que vaya a ser la definitiva. Para entenderlo, esto signifcaría que Gijón se dividiría en zonas, que diferenciarían entre las llamadas áreas tensionadas (donde el número de VUT supera los umbrales deseables) hasta aquellas que no tengan ningún piso turístico. En la ciudad está claro cual se llevaría la palma: Cimavilla, seguido de La Arena.
Según la zona se aplicarán distintas medidas. Y de aquí el que se esté revisando modelo de éxito (y también de fracaso, por ejemplo, porque fueron tumbadas por los tribunales). En el área de Turismo están revisando cómo funciona en San Sebastián y en Cádiz. En la ciudad vasca el ayuntamiento ha atribuido una categoría (A, B o C) a cada zona de la ciudad y, a partir de ahí, una normas concretas a cumplir. En la A no se dan más licencias; en la B hay que cumplir distintos criterios, según se instalen en la planta baja, primeros pisos y superiores; y la C es más laxa. «Una de las opciones es dar respuestas personalizadas según cada barrio», añadió Pumariega.
Sin finalmente se apuesta por esta fórmula, ya se tiene en cartera un catálogo de posibilidades para aplicar. Se estudia que no se den más licencias una vez superado un tope, que solo pueda haber un número tope de VUT por edificio o por manzana. Hoy por hoy, las ordenanzas urbanísticas solo limitan «no podrá instalarse en plantas de piso de edificios de viviendas salvo que cuente con acceso independiente y siempre que no se sitúe sobre plantas que acojan viviendas».
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