«Era de sentido común», celebran los primeros conductores en usarlo

De La Providencia al entorno del Ayuntamiento se dirigía Carmen Bustillo, «muy contenta porque hasta ahora tenía que dar mucha vuelta». Argumento que compartía Mónica Solano, en su caso procedente de Cabueñes y que tenía como destino una plaza de garaje en el Parchís. «Antes de que lo cerraran solía usarlo muchísimo y estoy encantanda. Ahora tenía que ir por Costa hasta Begoña, de ahí a Casimiro Velasco... Estaba pendiente estos días de que lo abrieran de una vez». Marcos Albuerne, circulaba ayer por la mañana desde Somió hacia el Centro y consideraba que el nuevo itinerario «agilizará» sus trayectos, que hasta ahora hacía por la avenida de la Costa. «Pero además también me gusta ver el mar», añadía a pesar de defender «que se reserven zonas para los peatones».

Juan Ramón Álvarez, repartidor de una empresa de panadería que se dirigía desde La Providencia hacia la calle San Bernardo, se estrenaba ayer por este carril, a modo de prueba. «Empecé a trabajar aquí ya en la pandemia, así que nunca lo llegué a usar. Hasta ahora tiraba por la avenida de la Costa y hoy varié la ruta para ver lo que tardo por aquí».

La alegría de los conductores contrataba con el cabreo de muchos ciclistas, disconformes con la solución elegida para la reapertura del 'cascayu' al tráfico, que genera varios puntos de cruce entre coches y bicicletas. «Lo que teníamos hasta ahora era un lujo», se lamentaba Juan Loriente, vecino de Madrid pero con casa en Cimavilla, donde pasa largas temporadas. Cada día recorre en bici el Muro «tres o cuatro veces». E indicaba que «íbamos más tranquilos que ahora que tendemos coches a los dos lados. Esto va a ser un poco complicado». Otro habitual del carril, Teyo, resumía el nuevo diseño como «la mayor chapuza que puede existir». Y tampoco convence la solución a José Lozano, quien se definía como «muy encendido» tras comprobar 'in situ' la nueva configuración. «¿Por qué no lo dejan como estaba hace dos años, con el carril bici pegado al paseo pero un poco más ancho que el que había para evitar posibles enganchones de los manillares? ¿No puede pasear la gente por donde toda la vida?», indicaba en referencia a la franja peatonal que se ha mantenido sobre la calzada. «Esto es una tomadura de pelo para montar un pifostio».

También por los ciclistas se preocupaba, sin serlo, Choni García. «Veo un peligro que los hagan ir por en medio de los coches», indicaba mientras veía el conflictivo tramo de Canga Argüelles a Menéndez Pelayo. En lo que respecta a su condición de peatona, aseguraba haber sido usuario habitual del 'cascayu'. «Ya que lo pusieron...». Aún así, decía ver bien la reapertura al tráfico «porque hay mucho atasco por Gijón». Igualmente favorable a la vuelta del doble sentido se mostraba Miguel Ángel Torre. «Lo veo perfecto. Y aunque yo paseaba por el 'cascayu', creo que ya hay espacio suficiente para hacerlo junto a la playa».

Muy diferente era la postura que manifestaba Gerardo García, mientras contemplaba, acompañado por tres perros, cómo pasaban los primeros coches. «No me convence nada. No lo veo nada bien. Y al final es una situación urdida por intereses políticos. El 90% de los que firmaron contra el 'cascayu' ni siquiera son del barrio», lamentaba este vecino de uno de los bloques de La Arena situados en primera línea de playa. «Yo tengo tres coches en mi casa, pero no quiero coches por aquí», añadía otro vecino.

Entre los comercios de la zona, de momento prudencia. «Yo lo que sé es que el 'cascayu' nos perjudicó. Ahora está por ver qué pasa con la vuelta del doble sentido, porque tampoco es lo mismo que había en 2020», señalaba el propietario de un local del Muro.