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De todos los puestos que hay en el Rastro de Gijón, el de Antonio García estaba este domingo a rebosar. Decenas de personas se ... agolpaban sobre su mostrador para hacerse con un paquete cuyo contenido es sorpresa «a precio de ganga». Los cogían, los sacudían y trataban de adivinar qué había dentro por su sonido o el tamaño de la caja. Según el cartel que cuelga del tenderete, son pedidos realizados a través de internet en Amazon, AliExpress, Shein, Zalando, Temu o Hacoo que, por el motivo que sea, no llegaron a su destinatario y regresaron de vuelta a la empresa encargada de su transporte y logística.
Tras muchas idas y venidas, algunos de esos paquetes han acabado en el Rastro para recibir una segunda oportunidad a unos precios que distan notablemente de los del mercado. «Yo no sé lo que hay dentro, así que a mí también me interesa que los abran para ver qué les ha salido y por cuánto dinero se lo han llevado», decía García, que afirma que el importe de los paquetes no los pone él, sino «la empresa de logística en función de la referencia de la empresa que lo envía». Los precios oscilan entre los 5 y 50 euros, dependiendo de lo que escondan en su interior.
Loli Menéndez era una de las clientas que se iba satisfecha con su nuevo 'juguete': un reloj inteligente «valorado en 80 euros», según el vendedor, que ella se llevó por 20. Le llamó la atención «lo del paquete sorpresa» y, como era pequeño, pensó que podría ser un móvil. «Estaba dudosa y mi nuera me dijo que me arriesgara, así que lo hice y salió bien. Por lo que costó…», comentaba entre risas.
Y no fue la única. Su nuera ya lo había visto alguna vez en internet y también se animó a comprar. En su caso, le tocaron dos lámparas táctiles recargables, con forma de farolillo, que le salieron por 15 euros cuando, según García, «normalmente cuestan 30 cada una». «Son muy guapas y una experiencia nueva», apuntó, tan contenta como su suegra.
Pero no todo fueron alegrías. El joven José Manuel Pasarín, de Oviedo, volvía a la capital tras un domingo de Rastro con un objeto que, a priori, no le servía para mucho. «Es una pieza de un coche, creemos que un filtro de aceite», indicó mientras mostraba su compra. «Me costó 7 euros y la voy a vender», reconoció.
Lo cierto es que puede salir de todo. Desde una aspiradora de mano inalámbrica, hasta un dron –que en esta ocasión no apareció– o unas gafas de sol de Balenciaga que adquirió un adolescente por tan solo 10 euros.
Unos metros más allá, Ángel Jiménez y su mujer Ainhoa tienen otro puesto con paquetes perdidos o no entregados, si bien no especifican de qué empresa provienen los pedidos. Este domingo tenían la oferta de dos artículos por cinco euros y algunos no pudieron resistirse, aunque un precio más bajo ya presagiaba menor calidad del producto. «¡Un protector de pantalla y un ventilador portátil de mano!», exclamaron dos hermanas al abrir sus paquetes.
Aunque algunos parecen haber sido abiertos y precintados posteriormente con cinta aislante (en ambos puestos), la pulsión por hacerse con un producto a un precio inferior a su valor es mayor que la posible decepción. Además, en esta vida todo tiene solución y «si no lo quiere, lo pone en Vinted y lo vende», sugirió García.
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