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Fruto de investigaciones varias sobre la historia familiar del marquesado de San Esteban del Mar y del condado de Revillagigedo, y gracias al conocimiento en detalle de la fuente monumental que desde hace cerca de un siglo y medio se halla frente al jardín francés ... y la pomarada de la quinta de la Peña de Francia (Deva), se tiene constancia de que podría llegar a tener un esperanzador futuro, como parte del patrimonio histórico-artístico asturiano.
Esta joya del patrimonio hidráulico, de casi 5 metros de alto y más de 4 de base, fue construida por el arquitecto fontanero Manuel Reguera en Oviedo. Tiene una planta triangular y sobre sus vértices se yerguen tres robustos pináculos decorados en su base con un rostro de un delfín escamado. Estos se comunican con el depósito de agua mediante tres arbotantes sobre los que se apoyan los cuerpos de las tres serpientes acuáticas o delfines hasta llegar a un alto obelisco central en el que se enrosca la cola de una serpiente.
El depósito de agua, con tres caños, se ornamenta con inscripciones en su base. Dos cartelas en forma de corazón refieren en sus leyendas que se hizo en Oviedo, siendo alcalde Antonio Varela Bermúdez, con la fecha de 1762 debajo. La tercera cara presenta una Cruz de los Ángeles, que es el símbolo oficial y original de Oviedo. Cada una de las tres caras del obelisco central se encuentra singularizada con rostros de hombres coronados y con barba (posiblemente aludiendo al dios Neptuno). La cúspide se remataba originalmente con una estrella de bronce simbolizando el sol. También aparecen otros elementos ornamentales, como conchas que remiten al Camino de Santiago y algunos motivos vegetales.
En el plano de Oviedo de Francisco Reiter (1777) aparecen varias fuentes monumentales y la obra 'Historia de Oviedo' de Caveda y Nava define hasta 13 de ellas sin que se pueda aseverar en qué ubicación estuvo esta exactamente. Como ya indicó el que suscribe en el suplemento especial que en EL COMERCIO le dedicamos a los 1.200 años de la catedral de Oviedo: de esta fuente no se conoce exactamente su primera ubicación. De manera, creemos, fallida se ha venido diciendo siempre que pudo estar en la plaza de la Catedral, cuando toda la plaza estaba ocupada por una gran manzana de casas que se tiraron en 1924. Había dos miniplazas y por las dimensiones de esta fuente y la perspectiva visual con la que se la quisiera dignificar se hace chocante pensar que hubiera estado ahí. Si bien pudo haber estado, posiblemente sea lo más acertado, en el cruce de la calle Cimadevilla por guardar más relación y reunir más características con la que describe Caveda y Nava.
Posteriormente, no sabemos por ahora en qué fecha, fue adquirida por la familia Armada y llevada a uno de sus palacios, al de Villanueva en Llanera (Siero); pero conforme el primer conde de Revillagigedo de raíz asturiana, Álvaro Armada Valdés, se casó y estableció definitivamente su quinta de recreo en Gijón: fue llevada a Deva, entre 1850 y 1870.
En estos momentos, a falta de poco más de dos meses para que cumpla 263 años, presenta un serio riesgo de desfiguración debido al progresivo desgaste de la arenisca. Desde 1994 se encuentra sin agua tras haberse cortado las conducciones del manantial por las obras de la autovía del Cantábrico y también la caída de una rama hizo perder la pieza estelar que la remataba. Por estas razones, se hace cada vez más imperiosa la necesidad de que sea restaurada, antes de que se pierda, ya que en todo el territorio asturiano no existe una pieza de semejante valor.
Nos consta que el propietario, Álvaro Armada Barcaiztegui (actual conde de Revillagigedo), está muy preocupado por el estado inminente de deterioro y está buscando la mejor solución, un destino para que esta fuente no se pierda, que pasaría prioritariamente por Gijón. Este vestigio barroco, otro ejerciente más del nomadismo mobiliario, debería ser contemplado por las administraciones locales por donde pasó y también por el propio Principado, ya que se sitúa en una finca incluida en el Catálogo Urbanístico de Gijón y en el Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias.
¿Se imaginan esta fuente maravillando a millones de transeúntes en la plaza de la catedral de Oviedo o de vuelta a Siero? La plaza del Marqués quizá esté muy comprometida por la fábrica de salazones que se esconde bajo toneladas de granito, el pozo romano y la fuente de Pelayo, pero sería su lugar ideal ante el palacio de San Esteban. Sin embargo, buscando la ubicación más contextualizada y sin que tenga impedimentos: no se nos ocurre mejor lugar que el antiguo jardín del palacio, justo detrás, si en algún momento el Ayuntamiento llega a adquirirlo o conviene con la Fundación Cajastur abrir la parte trasera. Así la fuente y el palacio podrían ser divisados desde el mirador en que se quiere convertir el Archivo Municipal.
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