Celestino V. G., en la sala de vistas de la Sección Octava de la Audiencia Provincial. DAMIÁN ARIENZA

«Se quería suicidar, solo intenté quitarle el cuchillo para que no lo hiciese»

Celestino V. G., juzgado de nuevo por la muerte de su pareja, Silvia Hernández, declaró que «las heridas se las hizo durante el forcejeo»

OLAYA SUÁREZ

GIJÓN.

Miércoles, 6 de noviembre 2019, 01:57

«No la quise apuñalar, si la hubiera querido apuñalar las heridas serían profundas y no de un centímetro». Celestino V. G. volvió ayer a sentarse en el banquillo de los acusados de la sala de vistas de la Sección Octava de la Audiencia ... Provincial como supuesto autor del crimen de Silvia Hernández, la mujer de 34 años que por entonces era su pareja sentimental. Vuelve a ser juzgado después de que el Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA) anulase la anterior vista oral por incongruencias en el veredicto del jurado popular. Había sido condenado a cuatro años de prisión por un delito de homicidio imprudente, si bien esa resolución judicial ha quedado sin efecto.

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Ayer volvió a relatar su versión de lo ocurrido el 10 de marzo de 2016 en el piso que ambos compartían en la calle Carpinteros, en el barrio de Roces. «Cuando no tomaba la medicación para su enfermedad mental o bebía, se ponía fuera de sí. Aquel día habíamos estado cenando y tomando unas botellas de sidra en un bar, luego volvimos a casa y ella quería los cargadores del teléfono móvil, no los encontraba, empezó a chillar y a pegar patadas a las puertas, luego cogió un cuchillo, salió al descansillo y amenazó con quitarse la quitarse la vida», relató. Según su testimonio, su única intención fue «quitarle el cuchillo para que no se hiciese daño». Habría sido durante el forcejeo cuando se produjo las dos heridas de un centímetro de profundidad que le afectaron a los órganos internos y le provocaron una hemorragia interna que acabó por provocarle la muerte.

«Cuando ya por fin entramos en casa vi que ella tenía una herida en una mano y dos cortes muy pequeños por lo que le salían unas gotinas de sangre en el costado, la curé y nos acostamos, al día siguiente se quejaba de un costado pero los dos creímos que era por el golpe de haber caído al suelo», dijo. Silvia Hernández, según él manifestó, no quería acudir al hospital pese a su insistencia por temor a que les pusieran una nueva orden de alejamiento. Ella había sido condenada en siete ocasiones por malos tratos a Celestino y quebrantamiento de condena. Cuando murió tenía abiertos aún tres procedimientos judiciales. Él, por su parte, fue condenado en una ocasión por malos tratos hacia ella y en otra por no abonar la multa impuesta.

Fue dos días después del incidente cuando, tal y como explicó el procesado, Silvia amaneció muerta en la cama. Llamó a los servicios sanitarios el lunes a primera hora y su primera versión fue que a su novia la habían atracado el día anterior, una supuesta coartada que ambos habían ideado si finalmente acudían al médico para que no tener que volver a separarse. Celestino V. G. cambió su versión poco después en la Comisaría.

La Fiscalía solicita para él una condena de 22 años de prisión por el delito de homicidio, la misma pena que pide el abogado del Estado. La acusación particular y la acusación popular, ejercida por Abogadas por la Igualdad, consideran que los hechos son constitutivos de un delito de asesinato y solicitan para el acusado una pena de prisión permanente revisable. La defensa, ejercida por el abogado Enrique Lamadrid, mantiene su inocencia y solicita la libre absolución.

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«Tenían una relación tóxica»

Además del acusado de la muerte, ayer pasaron por la sala de vistas los padres y la abuela de la fallecida. La madre describió la relación que su hija mantenía con el acusado desde 2012 como «tóxica». Señaló que Celestino V. G. la maltrataba y aprovechaba el trastorno límite de personalidad que padecía para «manipularla y ejercer un control total sobre ella».

La abuela fue el último familiar en tener contacto con Silvia, aquella misma noche. «Me llamó para decirme que él la quería matar, yo no hice nada porque creí que no era la situación tan grave. Él la controlaba pero yo la veía contenta», dijo.

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