«No queremos una feria que crezca sin criterio, hay que preservar la calidad»

«Esta es como la fiesta del pueblo, pero de las librerías», dice ilusionado Rafael Gutiérrez, dueño de La Buena Letra y presidente de la Asociación de Librerías de Asturias. Estos días para él se basan en elegir las obras con las que va a promocionarse en la caseta y ya adelanta que «son unos 500 títulos». En total, habrá 87 casetas, repartidas entre Begoña (55) y Francisco Tomás y Valiente (32), que se extenderá hasta el Parchís. De ellas, 27 son librerías y 60 editoriales, una treintena de fuera de Asturias.

La selección de libros siempre es algo «muy difícil». En el caso de Gutiérrez opta por aquellos que le gustan o que puedan «fundamentalmente» representar a su negocio. Por eso, aunque trata de hacer un guiño a los autores que vienen a la ciudad procurando tener alguno de sus libros, siempre va acompañado de sus imprescindibles, como el que da título a su librería: 'La buena letra', de Rafael Chirbes, o 'Helena o el mar del verano', de Julián Ayesta, «uno de los más representativos de Gijón», apunta.

El ambicioso «fondo de armario» que han ido creando en la Librería Roy les hace marcar diferencias en esta cita. Este pequeño 'baúl de los recuerdos' es algo que les funciona muy bien el resto del año a través de internet. Algo que notaron con la muerte de Paul Auster hace apenas unos meses. «Tenemos libros de él que ya no se editan en esa edición», explica Rodrigo Ferrer, encargado de la librería. Y aunque la selección sea difícil, descartan un tipo: de bolsillo. ¿Por qué? Pues porque sabe que la gente aprovecha el 10% de descuento esos días. «El libro de bolsillo ya es barato y apenas se nota. La gente suele ir a por libros más especiales», explica.

Nota también diferencia entre lo que vende en la librería y en la feria. Mientras que en la avenida Schulz suele ser más 'best seller', los días de calle es «literatura más densa y clásica». Aunque el año pasado hubo sorpresas, siendo un libro de fantasía juvenil el más vendido en su caso: 'Torre del Alba' de Sarah J. Maas. Este año está «a la expectativa» por la ubicación, ya que en vez de Begoña le ha tocado Francisco Tomás y Valiente. «Cuando se piensa en la feria se piensa en Begoña, aunque lo importante siempre es estar».

La forma de colocar los libros también es relevante, apunta Noelia Sánchez, propietaria de La Luna Lee. Este año se ha «tirado a la piscina» y lleva unos diez libros por título. Especializada en literatura infantil, apunta que «hay un gran público infantil, pero la calidad de los libros ha bajado». Lo que sí ha aumentado son «los padres que les leen y se preocupan». Siendo esta la feria más ambiciosa con 87 casetas, cree que esto hace que «crezca la competencia» entre las editoriales y los libreros.

Jaime Priede, coordinador de la FeLiX, habla de esa cantidad, que no está reñida con la calidad. «No queremos una feria que crezca sin criterio, queremos que los que estén lo haga en las mejores condiciones posibles y preservar esa calidad». Por ello, sigue apostando por un proyecto que «cale más en la ciudad» y con una «identidad propia». Que no sea solo «firmar y marchar». Ya decía Paco Umbral lo de «he venido a hablar de libro» y eso es lo que Priede quiere que se haga: «Que los autores conversen con el público y que dejen un calado en la ciudad».