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ANDRÉS PRESEDO
GIJÓN.
Lunes, 3 de febrero 2020, 01:03
Turbias bajan las aguas en el Partido Popular de Gijón en los últimos tiempos, enfangadas, en este caso, por un elemento desagradable como es el dinero. Hablar en política de fondos públicos suele convertir las discrepancias en campos de minas. El PP de Gijón tiene ... un amplio currículo de problemas internos en los últimos lustros. El más sonado, la dimisión de la, por entonces, todopoderosa Pilar Fernández Pardo, presidenta local y portavoz municipal del partido, al ser alcanzada por 'fuego amigo' tras facilitar el acceso a la Alcaldía a Carmen Moriyón allá por 2011. Claro que las aguas ya venían caldeadas por otras muchas controversias y disputas internas. Trapos lavados en público. Pero hubo bastantes más polémicas, en la memoria de muchos, algunas muy recientes.
Con esos antecedentes, ahora alguien podría pensar que las cosas no son tan graves en el PP local. Lo único que está en juego, al menos de cara a la galería, es la asignación económica del grupo municipal al partido en Gijón para sostener su sede de la calle de Álvarez Garaya, el alquiler, y los servicios de mantenimiento. En suma, unos 30.000 euros al año que, en la anterior corporación, salían de las arcas locales de forma directa al partido. Así fue siempre, no sólo en el PP, sino en todos los grupos municipales. Así fue hasta el pasado mes de junio. Ya con la batuta de portavoz municipal, Alberto López Asenjo, imbuido por sus quehaceres durante años en los rigores económicos de la Administración, detectó que, a su entender, esa aportación del grupo municipal al partido no era conforme a la ley, a la vez que ponía en solfa el cierre de cuentas del anterior grupo municipal que lideraba Pablo González, actual número dos de Teresa Mallada en la Junta General y, a la sazón, secretario general del partido en Gijón.
La decisión de López Asenjo de cortar la asignación de raíz originó que, metidos ya en el pasado mes de agosto importantes discrepancias entre el nuevo portavoz y quienes habían formado parte del anterior grupo municipal, es decir, Pablo González, Sofía Cosmen y Manuel del Castillo. Asenjo constataba que, a su llegada al Ayuntamiento, el grupo municipal no estaba al día en algunos pagos a estamentos oficiales, entre ellos la Seguridad Social y señalaba la necesidad de que fueran asumidos por el anterior grupo municipal. Los exconcejales opinaban que las cuentas del partido debían ser asumidas por el grupo municipal como ellos mismos habían hecho con sus predecesores. La tensión subió entonces de tono y fue de conocimiento, con todo lujo de detalles, de la dirección regional, por entonces aún liderada por Mercedes Fernández.
Llegó a haber requerimientos de apremio. González, como máximo responsable de las finanzas puestas en entredicho desde su propio partido, ingresó de su bolsillo 5.200 euros a fin de liquidar la seguridad social pendiente, dinero que, asegura, va reclamar incluso por vía judicial por entender que no era su obligación hacer tal ingreso y que sólo lo hizo forzado por la situación. La herida ya estaba abierta sin remedio. Con todo ello, el pasado verano subió la temperatura en el PP local y, aunque no se destinaba dinero del grupo municipal, el alquiler de la sede, unos 2.500 euros al mes, se iba abonando con los remanentes de caja. De todas maneras, en setiembre volvieron a sonar las alarmas. El PP estaba casi en números rojos y ya empezó a escucharse el soniquete de que, de no llegar dinero, habría que cerrar la sede local. Desde luego, con las aportaciones de los afiliados que, de pago, rondarán los 800, todos eran conscientes de que sería imposible otro futuro a corto plazo.
Pero cuando parecía que se iba como mínimo un cambio de sede del PP de Gijón a otra al menos más barata, sonó una campana que salvó la situación: Pedro Sánchez convocó elecciones generales. El PP no se podía permitir cerrar su sede en un momento como ese y comenzó una nueva penuria para pagar el alquiler de la sede mes a mes, básicamente a través de dinero destinado desde la sede regional del partido.
Para entonces, la sede es un mero castillete de cartón piedra. Ya no tiene secretaria (no había dinero para mantenerla), ni servicio de limpieza y hasta se restringen las líneas telefónicas. Se abre unas horas al día con voluntarios y no sirve ya ni para hacer las reuniones de las juntas locales del propio partido, que se trasladan a otros lugares públicos. Eso sí continúa abierta, también contando con la buena voluntad del arrendador, sabedor de que tampoco es infrecuente que se sobrepasen los plazos comprometidos. Entretanto, en el partido se conoce que el grupo municipal cerró el balante de 2019 con unos 20.000 euros en su cuenta, dinero que deberán devolver, por precepto legal, cuando presenten balance a Intervención al cierre de legislatura.
Con las cosas en este punto, Alberto López Asenjo, que llegó a Gijón como candidato del PP al ayuntamiento de la ciudad avalado por Génova hace un año, continúa asegurando que la aportación debe realizarse con garantías legales y alude a una norma municipal que así lo apunta, relativa a subvenciones nominativas, que precisan, a su entender, de un convenio previo. Sin embargo, Pablo González, afirma que los partidos políticos están exentos de esa norma y la prueba es que la Intervención municipal lleva años admitiendo tales aportaciones sin reparo alguno. De hecho, un reciente informe de la propia Intervención reclamaba a Pablo González las justificaciones de esas aportaciones al partido en los cuatro años de la anterior legislatura, en total 98.672,50 euros. González sostiene que él mismo entregó las justificaciones el 10 de setiembre del año pasado y que la fórmula cuenta con el beneplácito del máximo organismo de control municipal de los dineros públicos.
La sede sigue abierta (solo tres personas tienen llave y López Asenjo no es una de ellas) y hay quien asegura que seguirá así hasta la celebración del congreso regional (igual antes del verano), que termine con la interinidad actual. Desde la marcha de Mercedes Fernández han pasado muchos meses sin que Madrid adopte una decisión y elija a su líder en Asturias. Ese vacío de poder político es, para muchos, uno de los motivos de la situación del PP de Gijón. Un congreso local (podría ser en setiembre u octubre) podría aclarar las cosas, pero hasta entonces quedan muchas cuotas y muchas cuitas por dilucidar.
Lo único claro, independientemente de quién tenga la razón, es que ahora serán los juristas del PP quienes decidan si el grupo municipal debe realizar una aportación y bajo qué fórmula. Pero de la situación del partido quedará mucho por arreglar para que el PP vuelva a ser lo que fue.
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