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Qué lejos parece que queda ya cuando el secretario general de la FSA, Adrián Barbón, alerta de lo que él calificó como «barullu». Y, revisando la hemeroteca, no fue hace tanto: el 12 de agosto. Pero si se atiende a lo que vino después, parece ... que en Gijón se desoyó la petición del líder de los socialistas asturianos.
Y no tardaron en hacerlo. Un día después, la dirección del PSOE en Gijón respondía que «la participación de la militancia nunca puede ser un barullu». El socialismo local pareció querer recuperar aquella etiqueta que se le había colgado por muchos años, la de ser una de las agrupaciones más díscolas del Principado. Porque fue escuchar el término barullu y todo terminó de implosionar, con unos y otros a la gresca.
El pulso de Gijón a la FSA se libra en la candidatura para las próximas elecciones municipales. Ana González, como todos los regidores en ejercicio, tiene la protección que otorgan los estatutos socialistas: si manifiesta su voluntad de continuar -como ha hecho- será la candidata. En el reglamento se reservó una excepción que hasta la fecha nunca se había usado, ni en Gijón, ni en ningún otro municipio asturiano ni del resto de España. Esto es: que un 50% (+1) de la militancia pida forzar un proceso de primarias. Es tan excepcional que ni Ferraz lo había detallado cuando en julio aprobó los calendarios para ese tipo de procesos. Aquí ya se empezó a partir la militancia en dos: los que hablan de democracia interna y los que creen que se quiere aplicar a Ana González una moción de censura, porque cuesta pensar que, si se reúnen la firmas, ella se presentará a las primarias.
Ese barullu del que hablaba Barbón y que preocupa al socialismo por lo que pueda estar suponiendo de desgaste de las siglas, fue escalando en intensidad. Si veteranos militantes iban recogiendo adhesiones, Ana González se plantaba en la reunión de la comisión ejecutiva de Gijón arropada por siete de los diez concejales socialistas. No obstante, la foto dio lugar a distintas interpretaciones: el apoyo es una, el reconocimiento de la fractura con tintes casi bélicos, es otra.
Aquellos que están peleando porque haya primarias dieron otro golpe de efecto: presentaron cien adhesiones en la Casa del Pueblo. Esa batalla la ganaron, con creces. Especialmente cuando, de otro lado y de forma espontánea, se presentaron solo 27 firmas a un escrito en apoyo a la alcaldesa. Si el clima venía enrarecido, más lo caldearon las reacciones a las encuestas encargadas por el PSOE -que EL COMERCIO hizo públicas- en las que se refleja que el 75% de los votantes rechaza la gestión de Ana González, quien obtiene un 3,9 de valoración, la peor de todos los líderes políticos. En su defensa, que según ese mismo sondeo solo se perdería un concejal. Bien es cierto que se añade que el 10% de votantes socialistas se irían a la derecha si repite como cabeza de lista.
No obstante, ese el desgaste de estos tres años, y el del propio partido, el PSOE seguiría siendo la opción más votada. Sería insuficiente dado que, siguiendo esa misma encuesta, la derecha podría sumar si pacta con Vox. Según la información, que está en manos de las direcciones socialistas, «las polémicas y los traspiés en cuestiones como la movilidad y la situación de los barrios son cuestiones que han ido deteriorando paulatinamente la imagen y la credibilidad de la alcaldesa».
Esta es la otra pata que hasta ahora había quedado salvaguardada y que empezó a saltar por los aires la última semana. A pesar de la división interna socialista esto no había afectado en absoluto al equipo de gobierno. Los ediles han continuado trabajando de forma coordinada independientemente de si apoyan a Ana González o quieren que el candidato se elija en primarias. Pero el plan de Movilidad amenaza con convertirse en la pieza que pueda derribar esa cohesión.
Si bien es un proyecto que lidera Izquierda Unida, como dijo su concejal Aurelio Martín la semana pasada: «No es un plan de IU sino del equipo de Gobierno». A la dirección del PSOE local no le gustan algunos de los aspectos y lo hizo saber al Ayuntamiento. Las formas y los tiempos no gustaron. Si faltasen pocos ingredientes, tal y como desveló EL COMERCIO el viernes, otras empresas demoscópicas están preguntando la valoración de perfiles como el de la exministra María Luisa Carcedo.
En todo este clima, el jueves (hasta el 15 de septiembre) empieza la recogida de las firmas (se necesitan 592), con la FSA asegurando que estará extremadamente vigilante con el proceso, y el PSOE de Gijón pidiendo que se pueda «decidir en conciencia».
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