Su protección es la nuestra

Los océanos y mares generan el 50% del O2 que respiramos y absorben el 25% de las emisiones de CO2 que emitimos a la atmosfera; y esto lo hacen los organismos fotosintéticos, o lo que es lo mismo, el fitoplancton o las microalgas que viven en la superficie de todos los mares y océanos del planeta y que suponen los primeros eslabones de la cadena trófica de este medio marino.

Estamos ante un regulador medioambiental que combate, por ejemplo, el calentamiento global. Un planeta sano para serlo realmente requiere un océano sano.

Las noticias a propósito de la contaminación marina, la sobrepesca, el cambio climático, la acidificación de los océanos... están por todas partes, nos bombardean, son quizá molestas... Sin embargo, es absolutamente necesario estar informado al respecto: uno no protege lo que no conoce. La divulgación en este sentido es una de las claves para intentar solucionar el problema.

Desde el inicio de la pandemia tenemos claro, gracias a la comunidad científica, que la relación entre la salud medioambiental, la salud animal y la salud humana es tan estrecha que ya se ha generalizado el concepto de 'One health', una única salud que debemos preservar para mantener nuestro propio estado de bienestar.

Por otro lado, no hay que olvidar que los océanos son una fuente económica imprescindible para la humanidad gracias a sus recursos alimenticios (pesca, acuicultura), turísticos, biotecnológicos o energéticos. Y el crecimiento y aumento de la población mundial hace indispensable gestionar bien y desde el origen, nuestras fuentes de materias primas.

Con todo ello, pensamos que es tan importante dedicarle un gran esfuerzo a estudiar su situación, sus amenazas y a divulgarlas para trabajar de manera conjunta en su protección que no dejará de ser la nuestra propia. Y por este motivo, también sin duda, es necesario establecer de manera definitiva modelos de economía sostenibles.

Así se presenta la Economía Azul, como un sistema de aprovechamiento de recursos marinos que respete absolutamente todos y cada uno de los mismos, que tenga presente y participe de la economía circular, abandonando el modelo lineal de extracción continua y desgaste de recursos.

Estamos ante un reto, un cambio transversal y global, que han reflejado los Objetivos de Desarrollo Sostenible marcados por la ONU para 2030. Una transformación que implica que las empresas del futuro serán sostenibles o no serán.

Tenemos ya ejemplos conocidos de la citada Economía Azul: la pesca y la acuicultura sostenibles, pero también la extracción o el cultivo de otros alimentos de origen marino más innovadores como las algas. También el turismo costero y marítimo y todas sus variantes siempre enfocadas con un objetivo sostenible y respetuoso con el medio ambiente, el desarrollo de energías marinas renovables y la bioeconomía azul desde un punto de vista más innovador y relacionada con las aplicaciones para la farmacia, la salud, la medicina y sus tratamientos avanzados, o la industria química.

Y, ¿cómo somos capaces desde el Acuario de Gijón de participar en la Economía Azul? ¿Cómo podemos ayudar a la concienciación, la conservación e incluso la investigación del medio marino? La respuesta es clara, pues en nuestro día a día. Este es un equipamiento de «de ocio con causa». Somos mucho más que un centro de exposición de animales: las actividades educativas ocupan la agenda anual y la conservación de las especies o del medio en el que viven es otro de los pilares del centro. Y por último la investigación, de la mano de las instituciones de referencia, es ya una realidad; empieza a cobrar la importancia que debe y es sin duda uno de nuestros objetivos y retos más altos en un plazo corto de tiempo.