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LAURA MAYORDOMO
GIJÓN.
Martes, 27 de diciembre 2022, 22:46
Presidenta de la Comisión Asesora de Bioética del Principado y miembro del comité científico de la Sociedad Internacional de Bioética (SIBI), Isolina Riaño (Almurfe, Belmonte de Miranda, 1961), actual responsable de la Unidad de Endocrinología y Diabetes Infantil del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) ... asumirá en enero la presidencia de la entidad que Marcelo Palacios fundó en 1997. Veinticinco años en los que le reconoce el mérito de haber tenido que «luchar mucho para mantener ese faro encendido». La responsabilidad recae ahora en sus manos.
-¿A por otros veinticinco años?
-(Risas) No, no, espero que no. Hay que delegar, crear redes, trabajar en colaboración... Lo importante es que muchas personas participen y hagan sus aportaciones.
-¿Qué supone haber sido elegida para presidir la SIBI?
-Un gran honor y también una gran responsabilidad. Está claro lo especial que la SIBI es para Marcelo. Fue su dedicación de estos últimos veinticinco años. Son tantos los esfuerzos que, cuando te lo confían, hay que recibirlo con gratitud, mimo y el deseo de corresponder a esa confianza. Hay que trabajar para que la SIBI siga siendo ese foro de diálogo en torno a los problemas de la vida, de los avances científicos y la tecnología teniendo presente el respeto a la dignidad del ser humano y de todos los seres vivos. Eso es la bioética.
-Ser foro y faro. Esas son las dos razones de ser de la sociedad, ¿no?
-Sí, además a mí me gusta mucho esa imagen de faro. Si algo caracteriza a nuestra sociedad es la incertidumbre. En estos tiempos oscuros, como decía Hannah Arendt, son importantes esas luces titilantes que encarnan hombres y mujeres y que sirven de faro para no perder el rumbo. Potter, cuando utilizó por primera vez la palabra bioética, también la relacionó con una imagen de puente, porque él decía que estaba en juego la supervivencia de la humanidad.
-Asume la presidencia de la SIBI en enero, pero hasta junio de 2023 Marcelo Palacios no pasará a ser presidente de honor.
-Sí, y seguiré contando con su apoyo y su experiencia. Porque una experiencia acumulada de tantos años sería un error no contar con ella. Para otear el futuro tenemos que tener claro de dónde venimos.
-¿Seguirá la senda abierta o trazará nuevos caminos?
-Sin duda, la senda que él abrió tuvo un buen rumbo. Por lo tanto, por ahí seguiremos. Pero habrá también que potenciar otras cuestiones, porque el mundo ha cambiado mucho en estos últimos años y surgen problemas nuevos a los que habrá que dar respuesta. Por eso es necesaria la reflexión, la deliberación. Estamos en un mundo en el que priman demasiado las emociones y hay que saber gestionarlas bien, pero sobre todo hay que dar argumentos. La riqueza y una de las grandes aportaciones de la bioética es ese ser consciente de que ninguno, de forma aislada, tiene la respuesta cierta sino que necesita de la visión de los demás. A mí me gusta decir que el primer principio de la bioética es escuchar al otro.
-¿Qué sentido cobra la bioética en este ya avanzado siglo XXI? ¿Es una necesidad social?
-Sí. Ya se decía que el siglo XXI será de la bioética o no será. Porque los avances científicos y tecnológicos, la inteligencia artificial, la ingente cantidad de datos que llevan a la toma de decisiones, el cambio climático, el problema del medio ambiente, la pandemia... Todo eso no ha demostrado lo importante que es la bioética y cómo construir valores como la solidaridad o el respeto al otro es esencial.
-Usted defiende que la bioética no puede quedarse únicamente en los expertos. ¿Qué papel deben jugar los ciudadanos?
-La bioética hay que ponerla en el foro público para que en la toma de decisiones participen todos los afectados. Por eso creo que uno de los aciertos de la SIBI es el programa pedagógico, en el que desde hace muchos años participa el alumnado asturiano, porque solo así se puede fomentar el pensamiento crítico, que es esencial. Considero que el conocimiento es el arma más poderosa de la democracia. Para poder participar en los debates tienes que estar informado. Hay que propiciar la reflexión crítica sobre los problemas porque todo lo que hacemos tiene consecuencias. Los avances tecnológicos y científicos, que sin duda son muy buenas oportunidades, deberían ser usados para el bien de todas las personas, y no dejar a nadie atrás. Pero, por desgracia, en el mundo actual hay muchas personas para las que es un lujo hablar de cosas que aquí nos generan debate porque ellos están luchando por sobrevivir.
-¿Qué hemos debido aprender de esta última pandemia?
-Ahora debería ser el momento de reflexionar y ver qué lecciones hemos aprendido para prepararnos para el futuro, para otros posibles y probables problemas de este tipo que pueden acaecer.
-¿Es ético que en el primer mundo caduquen millones de vacunas contra la covid mientras en países menos desarrollados no tienen suficientes?
-Es un problema de injusticia global, que no solo ocurre con este tema de las vacunas de la covid sino con otras muchas vacunas. Sí, los países ricos acaparamos. Y sería importante cambiar esas relaciones norte-sur en las cuales hay muchos conflictos de intereses. La economía no debería ser el valor que guía las decisiones en las que está en juego la vida. En el debate ético debe ponerse de manifiesto la situación en que viven muchísimas personas, muchos niños que todavía se mueren de hambre o de sarampión o que no pueden ir a la escuela. Sin duda es un problema ético que tenemos que tratar de visibilizar y de mejorar en la medida de lo posible. La humanidad tiene los recursos hoy en día para poner fin al hambre y la pobreza.
-Como nueva presidenta de la SIBI, ¿qué aportará a la entidad?
-Trato de cultivar la empatía y la compasión, entendida ésta como reconocer el sufrimiento que existe e intentar plantear acciones para aliviarlo o evitarlo. También creo que es importante pensar globalmente y actuar localmente.
-Tendrá que combinar el cargo con su labor asistencial, docente e investigadora y también con su trabajo en cooperación. Ahí es nada.
-Habrá que buscar equilibrios, aunque son ámbitos que se integran. Mi experiencia y actividad asistencial me da una visión de la realidad, de los problemas y los conflictos éticos que no tiene alguien que solo está en la reflexión teórica.
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