Presidenta de Gijón Felino, una de las asociaciones animalistas que respaldan la supresión de la feria taurina de Begoña, Elena Vigil-Escalera (Gijón, 1969) se toma la polémica taurina como una «cuestión de principios» y confía en solo pisar la plaza de toros para conciertos ... y otros eventos.
-¿Siempre rechazó la tauromaquia?
-Tengo familia andaluza que tiene afición por los toros. Cuando era pequeña íbamos allí en verano y ponían los toros que echaban por la tele. No pensábamos en ello, lo normalizábamos aunque no nos gustaba, nos aburría como las pelis de vaqueros y marchábamos a jugar. Alguna vez veía que el toro cogía al caballo y no me gustaba que un animal pudiera herir a otro, pero no lo cuestionaba.
-¿De dónde viene la aversión?
-A los 18, sin estar aún metida en el mundo de la protección animal, acompañé a una amiga que tenía un familiar que trabajaba aquí. Entramos a última hora, cuando abrieron la plaza, y vi una carretilla que sacaba al toro muerto del tendido. Ver eso me revolvió, me quedé con un nudo en la garganta y mucha angustia. Me pareció horrible.
-Una de las razones de la alcaldesa para acabar con los toros es que, aseguraba, cada vez hay más antitaurinos. ¿Es así?
-Gijón siempre ha sido antitaurina. Y cada año ha habido mucha más gente que el anterior manifestándose, y cada vez más jóvenes.
-¿A qué cree que se debe?
-La sociedad cambia y la gente empieza a estar más concienciada con el respeto animal, con que no sufran ni se haga diversión de ello.
-¿Hay más aficionados o antitaurinos?
-No sé realmente cuántos gijoneses vienen a la plaza, pero otros años, cuando había más de tres corridas, veías las fotos y había muy poca gente. En Asturias no hay esa tradición. La gente que va es mayor, no hay apenas gente joven en las plazas. Andan regalando entradas e intentan captar afición juvenil. Cada vez tienen menos afición y lo saben.
-Hablan de tradición.
-También era tradición el toro de la Vega y se suprimió, como se dejó de tirar la cabra del campanario. Cualquier fiesta tradicional española donde haya maltrato animal debería suprimirse. Se dice que es una cuestión patriótica: no. Se trata de maltrato. Y España somos todos.
-La decisión de terminar con la feria de Begoña fue inesperada. ¿También cree que los motivos no eran los adecuados?
-Puedo entender que los nombres puedan herir sensibilidades, pero que los toros hayan terminado por eso y que en un principio no hubiera hablado del maltrato animal es agridulce.
-Días antes, la alcaldesa había dicho que quien quisiera podía ir a los toros y quien no, no.
-Para mí el maltrato animal, sea cual sea, tiene que desaparecer. Nos llamó la atención el aparente cambio de opinión, pero parece que ya estaba previsto y tocaron una fibra sensible.
-También aseguró que era turno de escuchar a los antitaurinos.
-No creo que tenga que desaparecer por hacer caso a lo que piensan unos u otros, sino porque esa fiesta es maltrato animal. Es una cuestión de principios.
-¿Qué es para usted la fiesta?
-Algo horrible. Sacar al animal, que escuche a un montón de gente gritando, el miedo que tiene que sentir, que le toreen y claven banderillas para luego encima matarlo. Me parece un sufrimiento inadmisible, también el del caballo, al que ponen en riesgo.
-El torero también se arriesga.
-Saben lo que hacen y son conscientes del peligro que conlleva. No le deseo mal a nadie, pero los animales van indefensos.
-La Cámara de Comercio y la hostelería se han pronunciado en contra por las pérdidas económicas.
-Si el Ayuntamiento tiene pensado hacer conciertos en la plaza y en vez de ser una semana al año pudiera ser en otras épocas no se tendrían que notar las pérdidas.
-Dicen que si se acaba la tauromaquia desaparecerá la raza de toro de lidia.
-Creo que es algo que puede ocurrir, pero me parece preferible que se extinga una raza a que viva para ser maltratado y morir en una plaza.
-¿Cree que la decisión es permanente o se revertirá si hay un cambio de gobierno en la ciudad?
-Nunca se sabe lo que puede pasar. No las tengo todas conmigo si cambia el partido en el gobierno, precisamente porque este tema está muy politizado: para los partidos es cuestión de votos, no de principios.
Referéndum
-El PP acaba de iniciar una recogida de firmas y en apenas dos horas recopiló 1.200.
-Serán los 1.200 que vienen a la plaza. Hace años pedimos que hubiera un referéndum sobre los toros con la ciudadanía de Gijón y nunca se hizo.
-¿Habría sido mejor plantearlo así?
-No creo que la solución respecto al maltrato animal sea un referéndum. Si tenemos que hacer caso a todos los sádicos lo llevamos claro. Hay ciertas cosas que no se pueden permitir.
-¿Y por qué lo pidieron entonces?
-Era lo único que veíamos plausible para salir de esta.
-Hay quien apoya la iniciativa no tanto por amor a los toros sino porque siente que, al acabar con ellos, se coarta de alguna manera su libertad de elegir.
-Esa gente a la que no le gustan los toros y que dice que los defiende por libertad a lo mejor tendría que acercarse a una plaza y escuchar al toro sufrir. Igual, como me pasó a mi, cambiaban su forma de pensar.
-Fue una decisión arriesgada y polémica que ha puesto a Gijón en boca de todos.
-Está bien que se vea que Gijón avanza. Me parece que la alcaldesa fue muy valiente al dar un paso que hasta ahora su propio partido no había sido capaz de dar.
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