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EUGENIA GARCÍA
GIJÓN.
Lunes, 8 de agosto 2022, 08:11
El encarecimiento de la electricidad y el gas comienza a hacer mella en las contabilidades de las asociaciones vecinales. Antes, las ayudas municipales y las cuotas de sus socios bastaban para hacer frente a sus habitualmente exiguos gastos, centrados en el mantenimiento de sus actividades ... deportivas, sociales y culturales, pero el balance de cuentas es cada vez más complicado y las asociaciones temen verse empujadas a aumentar las cuotas. La propia Federación de Asociaciones Vecinales de la zona urbana, que agrupa a 29 entidades, se plantea incrementar las cuotas.
«No nos dan los recursos para mantener abierta la sede -situada en el número 9 de la calle Ruta del Alba y de titularidad municipal-, que se cede de manera voluntaria a las entidades que lo soliciten, como puede ser Mar de Niebla o Abierto Hasta el Amanecer», expone el presidente, Manuel Cañete. Cada asociación paga una cuota anual en función de su número de representantes y contribuye así a los gastos de mantenimiento. Además, la FAV percibe una ayuda «sustancial» por parte del Ayuntamiento con la que sufraga también el salario de un trabajador a tiempo completo. «Hasta ahora, las cuotas daban para mantener los gastos cotidianos, pero nos vamos a ver obligados a incrementarlas significativamente», comenta Cañete.
La factura de la luz, indica, «se nos ha disparado». Por ello, «en cuanto retomemos el trabajo y antes de que venga el frío» plantearán la subida de las cuotas, que deberá ser propuesta y aprobada en asamblea. Por otro lado, añade, «pediremos al Ayuntamiento que nos haga el cambio a tecnología LED, es el momento de propiciarlo para reducir los consumos».
Manuel Cañete es a su vez presidente vecinal de El Polígono de Pumarín, donde también sufren «un incremento del 30% de las tarifas». «Pagamos consumos de luz, toda la calefacción es eléctrica, y tenemos actividades prácticamente todos los días a todas horas», describe. A esa factura hay que añadir «casi 400 euros» de limpieza. Gastos difíciles de sufragar cuando «somos en torno a 1.100 socios cotizantes que pagan una cuota de seis euros al año».
«Hicimos por nuestra cuenta la transición al alumbrado LED y tuvimos que hacer un sistema de gestión mediante relojes con programación, hay que reinventarse porque no es fácil repercutir los gastos en las cuotas de socios», indica Cañete, consciente de que «la gente está muy al límite». Considera que «la inmensa mayoría de asociaciones están como nosotros». En Laviada, por ejemplo, también ven con temor el momento de hacer frente a la facturas otoñales.
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