EUGENIA GARCÍA
GIJÓN.
Lunes, 8 de agosto 2022, 08:02
Quedan dos días para que, en plena Semana Grande, entren en vigor las primeras medidas del nuevo plan de ahorro energético, que entre otras cuestiones limita la refrigeración a 27 grados. Y los hosteleros de la ciudad rechazan de plano esta batería de ... medidas que «por desgracia pensamos que pueden destruir empleo y empresas». Así lo asegura Ángel Lorenzo, presidente de la patronal Otea en Gijón. Porque el verano está siendo bueno para el sector y estos días en los que la ciudad bulle repleta de turistas y gijoneses disfrutando de la 'Semanona' se presentan aún mejores, pero la hostelería ya le ve las orejas al lobo de cara a un otoño que se plantea complicado.
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Consideran que el Real Decreto-Ley 14/2022, aprobado el pasado lunes por el Gobierno y que se aplicará al menos hasta noviembre de 2023, es «precipitado y no tiene en cuenta las peculiaridades de cada empresa y territorio ni cómo afectan a los consumidores y los trabajadores». Critican, también, que para su elaboración no se ha contado con ellos. «Acataremos la ley como siempre hemos hecho pero siempre toca a la hostelería ser la que más sufre: ya nos tocó con la covid y ahora con el ahorro energético, que nos perjudica más duramente que en ningún otro país europeo», plantea.
Por el momento, la hostelería local aguanta intentando no repercutir demasiado la subida de los costes energéticos en el tique, «pero estamos soportando incrementos bestiales tanto en la cesta como en la luz y el gas, los tres grandes factores de la subida de la inflación». Y ejemplifica: «El aceite subió un 56% en el último año y medio y un 37% solo en junio».
Hay «nubarrones y mucha incertidumbre de cara a lo que va a pasar en otoño». Los hosteleros gijoneses aseguran que ya empiezan a notar los efectos de las noticias que «han metido miedo o prudencia a los clientes» y ponen freno al consumo, «nuestro peor enemigo».
Con este panorama, llega un decreto que incluye medidas «que van en contra del confort del cliente, porque 27 grados es una temperatura excesiva cuando hay afluencia, y los 19 grados en invierno no son adecuados para comer o cenar en un restaurante». Temen aún más «lo que pueda pasar en otoño con las cenas -cuando se obligue a los comercios a apagar las luces de sus escaparates a partir de las diez de la noche-, porque una ciudad como Gijón, teniendo en cuenta lo que llueve, y más si está oscura, es una ciudad triste y que transmite cierta inseguridad».
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Reclaman consensuar«acuerdos para todas las partes», que incluyan excepciones como «que los escaparates se mantengan encendidos los fines de semana o en horario de restauración». Además, «con lo que cuesta la energía, ni hoteles ni restaurantes vamos a despilfarrar».
Según el presidente del Principado, el plan de ahorro es necesario «para seguir funcionando industrialmente y para que la actividad económica no frene ni pare». «Me gustaría recordarle que hostelería y hotelería representan algo más del 11% del PIB de Asturias y que hay 45.000 trabajadores en el sector, por lo que si hablamos de salvar la industria también hay que tener en cuenta la del turismo», anota Lorenzo.
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