Peluches y flores para despedir a Olivia

«Estoy muy emocionada», confesaba Anaya, una de las mujeres que colocó un peluche entre los barrotes de la verja que precede al portal. «Esto es una pena, una pena y nada más», señalaba visiblemente impactada pese a no haber conocido a Olivia. La turbación por el terrible suceso era el denominador común de cuantos pasaban por el improvisado altar.

Tampoco encuentran respuesta a lo ocurrido los vecinos del inmueble donde tuvo lugar el fatal suceso. «Como madre me siento muy triste, me da pánico», comentaba entre la incredulidad y la consternación Rosana Sánchez, antes de pronunciar la frase que más se oye estos días por el barrio de El Llano: «Nunca pensamos que en este edificio podría pasar algo así».

«Un poquito de humanidad», pedía atónito Tino Iglesias, otro de los vecinos del inmueble donde desde el pasado verano residían Noemí Martínez Largo y su hija de seis años. «Si no quieres a tu niña dala en adopción, pero acabar con ella... Me parece lo último», lamentaba. «Me vais a perdonar porque estoy contra la violencia de género, pero también estoy en contra de las mujeres que usan a los hijos para hacer daño a los maridos», eran las palabras de Pilar Pérez, vecina de la zona. Un sentir muy similar al de Ana María Miguel, otra de las mujeres que paseaba por la parte baja de Gaspar García Laviana a mediodía. «Yo lo de los niños lo llevo muy mal, me duelen muchísimo. No tienen que pagar las disputas de los adultos».

Los homenajes a Olivia también tuvieron su réplica en el colegio al que desde el pasado mes de septiembre acudía la pequeña, el Corazón de María. Una pareja se acercó por la mañana para depositar un ramo de flores junto a la entrada del centro por la avenida de Castilla. Olivia ya no volverá a cruzar esa puerta con su sonrisa, pero su colegio no la olvidará.