Secciones
Servicios
Destacamos
EUGENIA GARCÍA
GIJÓN.
Domingo, 9 de diciembre 2018, 03:51
Cada mañana, poco antes de las nueve de la mañana, Lucas y sus padres salen de casa, pasan por delante de la marquesina de autobús que hay enfrente y recorren trescientos metros de arcén hasta llegar a la sidrería La Posada Blanca, donde tras cruzar -sin paso de peatones- la carretera de La Providencia esperan al transporte escolar junto a unos contenedores. Lucas tiene cuatro años y aún está en segundo de Infantil en el colegio Cabueñes, por lo que le quedan otros siete cursos por delante. Dentro de dos, su hermana Olivia comenzará a ir al mismo 'cole'.
Mónica Martínez y Esteban García, sus padres, aseguran que «muchos de los coches van muy rápido e invaden el arcén en una zona de poca visibilidad». Y no quieren seguir jugándose la vida cada mañana al llevar a su hijo a coger el bus escolar. Menos aún cuando «la solución es tan sencilla» como añadir una parada donde parece que sería más lógico: en la marquesina.
Ya el curso pasado se pusieron en contacto con el colegio para pedir que el autobús, que utiliza una docena de niños, efectuase una parada más. «Nos dijeron que era imposible y que nos pusiéramos en contacto con el Ayuntamiento», expone Esteban. Así que lo hicieron y se toparon de bruces con más trabas burocráticas. «Allí nos pasaron a Tráfico, donde se interesaron pero aseguraron que no podían hacer nada porque está estipulado que entre parada y parada tiene que haber quinientos metros de separación». Tráfico alegó que no tenía autoridad para autorizar una nueva parada. «Entonces hablé con Emtusa y no me pusieron ningún problema», indican Mónica y Esteban. El caso es que el conductor del autobús y la monitora que recoge a los niños y viaja con ellos hasta el cole «tampoco tienen inconveniente», pero tienen, dicen, «las manos atadas».
«Nos jugamos la vida todos los días pudiendo parar en una marquesina más», protestan los padres. «Hay semanas en las que no ocurre nada, pero de repente un día pasa un coche a cien por hora y te roza», describen. «Vamos con cuidado, pegados al muro, pero nunca se sabe». Ambos aseguran conocer más casos de familias que, como ellos, esperan el autobús fuera de la marquesina a pesar de contar con una al lado de casa. Aún más paradójico les parece el que «cuando pasan a Secundaria, al instituto de la Laboral, el bus para en todas las marquesinas, como si se tratara de un autobús urbano. Parece que cuando son mayores no hay problema», señala Mónica indignada ante la comparativa. Aunque comprenden que «no se puede establecer una parada en cada una de las casas», ven lógico que existiendo este peligro se haga una excepción. «No somos miedosos, pero pasamos miedo. Si un día pasa algo, ¿de quién será la responsabilidad?», se preguntan.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.