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Francisco Rico.
Paco Rico, el policía con el que todos querían trabajar

Paco Rico, el policía con el que todos querían trabajar

El agente de Tráfico, con 40 años en el cuerpo, destacaba por su empatía, por su buen carácter y «los esfuerzos que hacía para que todos a su alrededor estuvieran bien»

Olaya Suárez

Gijón

Lunes, 9 de septiembre 2024, 14:53

Nació en Valladolid pero de bien pequeño se trasladó junto a su familia a Gijón por el trabajo de su padre, Policía Nacional. Se crió en el barrio de Pumarín y sus primeros pinitos profesionales los dio en los astilleros del puerto de El Musel. Pero para Francisco Rico, Paco, la idea de opositar a las fuerzas de seguridad siempre la tuvo en la cabeza. Fue así como en 1986 ingresó en la Policía Municipal de Gijón. Ahí encontró su pasión y su forma de vida. Hizo de sus compañeros su segunda familia y rápido se ganó el cariño de todos por su buen carácter, su bondad y por ese positivismo que siempre le acompañó. Y eso que Paco, Rico, no tuvo una vida fácil.

Enviudó con 45 años y a la crianza de su hijo se sumó la de su sobrino, al que también consideraba hijo suyo. Decía él mismo que en aquellos tiempos complicados fue crucial el apoyo de sus compañeros. «Se convirtió en mi refugio», decía él. Pero lo que no sabía es que a lo largo de los 40 años en la Policía Local él fue refugio para muchos compañeros que atravesaban un bache, una mala época.

«Paco siempre te levantaba el ánimo, coincidir con él en el turno era garantía de que ibas a tener buen ambiente porque era lo qué él generaba, le gustaba ver a la gente bien», dicen de él sus compañeros, muy afectados por la pérdida.

Su primer destino fue él Seguridad Ciudadana, pero pronto se pasó a Tráfico. Recorrió miles de kilómetros por las calles de Gijón en la moto y quienes lo conocieron descatan de él la capacidad que tenía siempre de ponerse en el lado del otro. Su empatía.

Solo se bajó de la moto durante la etapa en la que ejerció como escolta de Carmen Moriyón, en su anterior etapa en la alcaldía. Rico le estaba muy agradecido por «los buenos años que pasé junto a ella, es una persona con la que es muy fácil trabajar, muy dialogante y muy humana», decía él mismo a EL COMERCIO cuando hace dos años alcanzó la edad de jubilación.

Para Moriyón su muerte es una gran pérdida. Hasta los últimos momentos de su enfermedad no dejó de visitarle en el hospital. El afecto y el cariño era mutuo.

Los compañeros le rendirán un sentido homenaje en la tarde de hoy, escoltando su féretro desde el tanatorio de Jove hasta el de Cabueñes, donde será incinerado. Se va un baluarte de la Policía Local. Y con él, una época.

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