Pablo González, con el aval de la dirección regional, asumirá el reto de reflotar el PP

Las tareas que tiene encomendadas el nuevo dirigente que será elegido mañana son claras y se resumen en sacarlo del marasmo e inactividad actuales. La reactivación del partido implicará, según fuentes de miembros de la junta local del PP, «fortalecer el trabajo en conjunto con el grupo municipal que encabeza Alberto López-Asenjo, celebrar las juntas locales con la normalidad y frecuencia que establecen los estatutos, reactivar las comisiones de estudio, celebrar los comités de dirección semanalmente y mucho trabajo de calle». Se incide especialmente en este punto para dar visibilidad al partido en la ciudad y visitar a todas las asociaciones y entidades de Gijón, así como volcarse con el tejido productivo local. Pablo González asume todos esos retos.

También tendrá el nuevo presidente que tener tiento a la hora de conformar al equipo que le acompañe para intentar cerrar heridas que se arrastran desde hace años entre sensibilidades internas enfrentadas desde la etapa de la gestora, entre 2013 y 2014, que impuso la hoy senadora Mercedes Fernández para desalojar a Pilar Fernández Pardo en Gijón. Y si sale indemne de este envite contará con los mimbres para volver a ilusionar y enganchar a la militancia.

Los 67 miembros de la junta local del PP están convocados mañana, a las 20 horas, a una reunión telemática extraordinaria que requiere de inscripción previa. La dirección regional del partido optó por la elección en el órgano interno en lugar de una gestora tras consultar con Génova.

Se da por hecho que el diputado autonómico y secretario general del partido en Gijón será el único candidato para coger las riendas de la organización en esta nueva etapa. Antes de ser diputado regional, González fue 11 años concejal en el Ayuntamiento de Gijón en dos etapas diferentes: de 2003 a 2010 y de 2015 a 2019. Este economista gijonés llegó a darse de baja como militante en el PP y a embarcarse fugazmente en Foro siguiendo la figura de Francisco Álvarez-Cascos. Este cambio de siglas no se lo perdonan sus detractores.