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OLAYA SUÁREZ
Viernes, 4 de noviembre 2022
Era el primer día de vuelta a clase con un pupitre vacío. El de Olivia. Ya era previsible que la niña no regresase a las aulas del Corazón de María, ya que se incorporaría esta misma semana al colegio que la misma orden religiosa tiene ... en Segovia. Pero ayer, en el centro gijonés, su ausencia pesaba como una losa.
Con los acordes del Canon de Pachelbel y con los ojos empañados por las lágrimas, sus compañeros de primero y segundo de Primaria, su tutora y los profesores del centro soltaron globos blancos al cielo. «Siempre la recordaremos, era una niña que se hacía querer», acertaban a decir, emocionados, los docentes.
La niña, presuntamente asesinada por su madre al saber que tenía que entregarle la custodia al padre, había iniciado el curso en septiembre. No era la primera vez que pisaba las aulas del Codema, había estado el curso pasado también unos dos meses, pero el juzgado obligó a la madre a regresar a Segovia y a reintegrar a la niña a su entorno educativo y familiar.
«Era muy alegre, muy simpática, con muchas ganas de pasarlo bien, no le costó nada adaptarse al colegio», explican desde el centro educativo.
Ayer, a primera hora, las ocho aulas de Primaria trabajaron sobre el tema, con una psicóloga en la clase de Olivia, tratando de gestionar las emociones y el inicio del duelo. «No se abordaron las circunstancias de la muerte, únicamente se les explicó que Olivia había fallecido y se trabajó sobre ese aspecto», explicó Simón Cortina, director del Corazón de María. «La impresión de todos los tutores es que los niños encajaron la noticia dentro de lo esperado, algunos gestionaron las emociones de una forma y otros, de otra, pero no hemos notado de momento nada preocupante; estaremos pendientes en las próximas semanas de la evolución», añadió el responsable del centro, que viajó el martes al funeral de Olivia en Torrecaballeros (Segovia) junto a otros tres docentes.
El recuerdo de la niña siempre quedará en el Codema, con sus sonrisas, sus carreras por el patio y su vivacidad. «Siempre estará entre nosotros y en nuestros corazones».
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