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María del Pilar Hevia Muñiz, en el centro, con el presidente de Les Caseríes, Miguel Llanos, y las representantes de la Vocalía de la Mujer. Jesús Manuel Pardo
«Nunca trabajé fuera, pero el trabajo en mi casa fue bastante»

«Nunca trabajé fuera, pero el trabajo en mi casa fue bastante»

María del Pilar Hevia Muñiz, vecina de Poago, recibe a sus 86 años el premio 'Mujer Rural' en nu multitudinario homenaje con más de 120 personas

María Agra

Gijón

Sábado, 22 de marzo 2025, 21:43

«Tocóme vivir un poquitín de todo», recordaba este sábado María del Pilar Hevia Muñiz, a sus 86 años, en el acto donde recibió el premio 'Mujer Rural' que le ha otorgado la Federación de Asociaciones de Vecinos Rurales 'Les Caseríes'. 'Pilarina', como la llaman quienes mejor la conocen, nació en Poago en octubre de 1938 y desde entonces no se ha despegado del mundo rural. A los siete años le tocó sufrir su primer revés con el fallecimiento de su madre y se crió en una casería con sus abuelos, un tío y dos primas. Fue una época agradable en la que «iba a la escuela y jugaba», rememoraba. «Cuando fui un poco más mozuca ya me tocaba hacer de todo: salir a la hierba, cuidar el ganado, ir al lavaderu a lavar la ropa… Como todas las mujeres en aquella época», señaló con modestia.

En el lavaderu se juntaba con las mujeres de Poago, La Calzada y Tremañes y montaban una tertulia, que se alargaba mientras ponían la ropa a secar 'al verde'. «Allí salía de todo», decía entre risas, pero sin revelar ningún secreto.

En madreñas hasta el baile

Uno de sus mejores recuerdos de aquella época es ir al baile de Veriña en el Gran Parque Venecia (Casa Nemesia), un merendero que estaba instalado junto al río Aboño y permitía dar paseos en barca, como si de los canales de la ciudad italiana se tratase. «Bajábamos caminando en zapatilles y madreñes por las vías del tren, porque de aquella solo tenía coche el director de la Azucarera de Veriña, y cuando llegábamos nos limpiábamos los chisconazos, si es que teníamos las piernas manchadas, y mangábamos los zapatos de tacón y para el baile», explicaba como si ayer hubiese sido la última vez. Se cambiaban donde estaba la guardesa y «cuando salíamos del baile teníamos las zapatillas calientes al lado de la cocina; aquella mujer era una santa mayor», reconoció.

Los domingos bajaban a Gijón para ir al Cine Arango, ubicado en la calle La Merced, o al Cine Hernán Cortés (actual casino) y después se iban para el baile. «Había que aprovecharlo todo», asevera. Allí conoció a su marido, Isaac Vázquez, con el que estuvo casada 58 años hasta que enviudó hace diez meses. Se casaron en la iglesia de Santa María de Poago y fueron a vivir a la casería con el tío que la crió, Fernando, que «enfermó de Alzheimer y cuidé de él 16 años». Por eso sabe bien lo que dice cuando afirma que «nunca trabajé fuera, pero el trabajo en casa fue bastante».

Uninsa expropió su casa

Otro duró revés de su vida fue cuando Uninsa –ahora Arcelor– les expropió la casa. «Teníamos la casería a la altura de la chimenea grande de Arcelor y tuvimos que salir con el carro y los animales y hacer la mudanza a cuestas». Tenían una pequeña ganadería con vacas, caballos, cerdos y gallinas, además de «mucha huerta», a la que tuvieron que renunciar y «aquello les marcó mucho», aseguró su hija, Conchita Vázquez. De allí se fueron a una vivienda de alquiler hasta que construyeron su nueva casa, donde sigue viviendo 56 años después. En la casa de alquiler había un corredor desde el que veían cómo tiraban su casería, y «eso te revuelve un poco».

Al homenaje asistieron la alcaldesa, Carmen Moriyón, y la concejala de Hacienda, María Mitre, que arroparon a 'Pilarina' junto a más de 120 personas en el restaurante Savannah, en El Natahoyo. «Nos parece estupendo que las vocalías hagan estos actos conmemorativos, consiguiendo que la gente salga de casa», celebró Soledad Lafuente, en representación de la Fundación Caja Rural de Gijón.

Por su parte, Miguel Llanos, presidente de 'Les Caseríes', valoró el esfuerzo extra de la mujer rural, al encargarse del trabajo en el campo además del trabajo en casa» y animó a las nuevas generaciones a «que tiren del carro y sigan con el movimiento vecinal».

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