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En el camión, Jesús Blanco, Félix Martins, Jaime Luis Sánchez y José Ramón Menéndez. De pie, Rafael Piñera, Diego Escudero, Roberto Suárez, Ángel del Río, Jorge García, Jorge Alonso Iván Prendes, José Manuel Gancedo y Rodrigo López, de guardia en Nochebuena. ARNALDO GARCÍA
Una noche movidita

Una noche movidita

Nochebuena de trabajo. Bomberos, enfermeros, técnicos de ambulancia, médicos y trabajadores de la industria pasaron una velada diferente

EUGENÍA GARCÍA

Lunes, 26 de diciembre 2022, 02:02

Hay oficios que no entienden de festivos. Policías, bomberos y otros cuerpos de seguridad, farmacéuticos de guardia, taxistas, recepcionistas de hotel, pilotos y azafatas de avión y médicos, enfermeras y auxiliares de centros sanitarios, así como trabajadores de ciertas industrias tienen que anteponer el deber al calendario. Y, mientras la mayoría de la población disfruta de una cena en familia, Nochebuena es para ellos una noche más al pie del cañón.

Y la de este año ha sido especialmente movidita. Daniel Fernández González es técnico de ambulancias de Transinsa y unas horas después de finalizar su turno explica que «atendimos más o menos una incidencia a la hora». Es decir, casi no tuvieron tregua, aunque «las nochebuenas suelen ser malas todas». ¿Lo bueno? «No tuvimos accidentes de tráfico y la mayoría de salidas fueron por enfermedad común, gracias a Dios no tuvimos nada más complicado de lo normal». Él tiene claro que, «de estar trabajando, mejor tomarlo con alegría: peor lo tienen los pacientes», y por eso «cuando tienes un hueco siempre intentas alegrar un poco el día con champán sin alcohol o turrones». «No queda otra que afrontarlo: si sabes que trabajas a turnos, te toca».

Con esa resignación optimista superó también la guardia Alfredo Cortina, médico adjunto del servicio de Urgencias en el Hospital de Cabueñes. «La noche no fue buena», confesaba risueño. Y eso que la guardia empezó bien: «Hasta las diez de la noche no recuerdo una guardia tan buena como esta, pero eso es preludio de que puede desatarse la tempestad». Asegura el facultativo que «vino mucha gente y a las cuatro de la mañana teníamos casi el mismo número de pacientes que a mediodía». Calcula que desde las nueve de la mañana del día 24 a la misma hora de ayer «atendimos en torno a 260 pacientes». Hubo «alguna intoxicación etílica y algún traumatismo», pero el principal problema es «que la población está envejecida y la gente mayor se descompensa a la mínima». Aún así, «no fue de los peores días, porque últimamente tenemos mucho trabajo». A sus 52 años ya le han tocado muchas guardias en estas fechas y «estamos ya acostumbrados, lo tomamos con mucho ánimo». Entre paciente y paciente, los que pudieron se escaparon a cenar un menú especial en la cafetería y brindar con sidra con alcohol. «¿Sería mejor estar con la familia? Sí, pero hay otras oportunidades», asegura Cortina.

Los que tampoco tuvieron tregua fueron los bomberos, que se organizan en turnos similares a los de Urgencias. Y pese a que la precipitación acumulada no superó los 0,4 litros por metro cuadrado, los problemas relacionados con la lluvia y las fugas de agua por averías los mantuvieron muy ocupados. La guardia comenzó con una fuga de agua en un techo de un bajo comercial en la avenida de la Costa y siguió con una salida para auxiliar a una persona en el interior de una vivienda de Manuel Llaneza en la que finalmente no tuvieron que intervenir y una segunda fuga de agua en la calle Piles. A mediodía, intervinieron dos dotaciones en la calle Lastres, donde tuvieron que achicar un garaje inundado por una avería en la sala de calderas.

Por la tarde recibieron la llamada de un padre cuyo hijo, autista, se encontraba en el interior de una vivienda de la calle Electra con las llaves puestas por dentro, ante lo cual procedieron a abrir la puerta de la vivienda.

Ya eran las diez de la noche cuando acudieron a extinguir un incendio en una vivienda unifamiliar de Granda. Las llamas se originaron en una zona cercana al tiro de la chimenea y los bomberos tardaron cerca de una hora en lograr extinguir el incendio por completo. Poco después, intervinieron en Marqués de San Esteban para solventar una caída de cascotes. En definitiva, en el Parque de Bomberos de Roces pasaron la noche en vela y sin tiempo para aburrirse.

Más tranquila transcurrió la Nochebuena en la Residencia Mixta, donde la enfermera Ana Fernández hizo guardia desde las 22.30 del día 24 hasta las 7.30 horas de la mañana de Navidad. «Cuando entramos el turno de noche, la mayoría de los residentes ya están en la cama y cenados, aunque al ser un día especial alguno salió a cenar en familia, por lo que hubo que estar pendiente de su llegada para acostarles», detalla. «Hay que hacerlo: tanto para mí como para las demás -nueve auxiliares, dos enfermeras y dos recepcionistas- es un día de trabajo como tantas otras noches».

Brindis con café

Tampoco para el trabajo en baterías de cok, en Veriña, una instalación de Arcelor de marcha continua, 24 horas al día y 365 días al año. Roberto Ramil es operador de carroguía y explica que «aunque son días fastidiados porque todos tenemos guajes y seres queridos que nos faltan, sabemos lo que hay». Por eso, la clave es tomarlo con filosofía «y aprovechar un hueco en la producción para brindar». Eso sí, con café, que de madrugada «es lo que más presta». Ayer por la mañana pudo descansar un poco gracias a que «Papá Noel vino un poco tarde y escondió bien los regalos» para sus hijos, de 2 y 9 años. «Por Navidad comemos en familia y por la noche, vuelta al trabajo».

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