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Nacho Ortega (Valladolid, 1971) asumió hace dos años el cargo de director de la Escuela Superior de Arte Dramático (ESAD) y estos días lo pillamos en Cáceres, donde forma parte de un tribunal de oposición. Una encomienda a la que no quiso decir que no, empeñado como está en dignificar «un oficio que muchos aún consideran de perroflautas». El mismo que comparte con su mujer, Mayra Fernández, con la que se vino a vivir a Gijón hace ya más de dos décadas «por amor» del bueno:«Hay una tendencia natural a que los asturianos acaben llevándonos a los foriatos a vivir allí y no a la inversa».
–Así que poniendo calificaciones a los titititeros...
–En realidad, a los futuros funcionarios. Yojo porque, en esta sociedad, los funcionarios somos una categoría especial. Yo voy al banco, ven que eres funcionario y ya se les cambian el tono y la cara. Es como estar tocado por la mano de Dios. Un sueldo fijo todos los meses hace milagros (Ríe).
–¿Yel resto del verano?
–Voy a pasarlo con mis hijos. Porque, después de todo el año estando ellos en su cole y yo en el mío, nos hemos visto poco. Y lidiando con ellos, que están un poco cansados de lo de papá teatrero y la mamá teatrera. Pero, además, colaboraré con un proyecto teatral que tiene Mayra. Nos quedamos en Asturias, haciendo patria.
–¿No es de los que desean que vuelvan al cole en agosto?
–Pues no, mira. Los que nos dedicamos a la docencia entendemos que debe haber un tiempo de dedicación para los ajenos y otro para los propios. Me apetece tener cerca a mis hijos aunque a los tres minutos nos cansemos. Porque ya se sabe cómo es esto: primero te echas de menos y luego te echas de más. Tampoco lo idealicemos. Y hay momentos en los que dices: «¿Por qué no tendré clase?» (Ríe).
–¿Cómo es un día perfecto para usted en esta época?
–Consiste en no tocar el ordenador ni el móvil para nada. Ni acercarme. Despreocuparme totalmente.
–Estas fechas son complicadas para muchas parejas...
–Ya, porque pasan mucho más tiempo que de costumbre juntas. Pero fíjate que Mayra y yo llevamos 23 años compartiendo vida y trabajo. Para que luego digan que la gente de la farándula es muy proclive a tener muchas parejas. Nosotros ya correteamos todo lo que teníamos que corretear (Ríe).
«Llevo intentando ir veintitrés años, desde que estoy con mi mujer, que siempre me convence para hacer otro viaje. Es casi como un amor platónico»
–¿Playa o sebe?
–Voy decite una cosa ahora que nun se puede falar en asturiano: yo soy más de montaña. Eso de estar ahí torrándome no me va. Solo me gusta la playa para ver bichos con mis hijos.
–Entre el asturiano y la censura cultural, ¿está la cosa caliente?
–No a la censura, no a los pactos no solicitados, no a las actitudes fascistas. Me fui de una sociedad progresista y, cuando vuelva, me voy a encontrar una ciudad con la extrema derecha tomando decisiones sobre cultura y eso es preocupante. Yo tengo la conciencia muy tranquila porque yo no he votado a determinada gente, pero, como ciudadano, me preocupa que, de repente, recuperemos una plaza de toros para volver a torturar animales para que cuatro personas se diviertan. Yo pensaba que Gijón era una ciudad progresista. Y más, en nuestro entorno, donde las diferencias de género no son materia de intercambio ni de discurso, y las tendencias sexuales no se convierten en herramientas de ataque.
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Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras y Jon Garay
Jon Garay e Isabel Toledo
J. Arrieta | J. Benítez | G. de las Heras | J. Fernández, Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras y Julia Fernández
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