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Felipe y Tomás del Campo, antes de entregar el tándem en el museo. MUSEO DEL PUEBLO DE ASTURIAS
Amor por un tándem centenario

Amor por un tándem centenario

Fue fabricado hacia 1910 por Bicicletas Cuesta en Gijón, llevaba un siglo con la misma familia y ahora lo donan al Museo del Pueblo de Asturias

Ana Ranera

Gijón

Martes, 20 de abril 2021, 19:19

La carrera de este tándem comenzó hace ya ciento once años y, desde entonces, ha vivido subidas, bajadas y épocas de olvido en garajes de los que siempre alguien lo recuperó. Es fácil imaginar cómo han cambiado las calles de Gijón desde que estas ruedas empezaron a pisarlas con Gonzalo del Campo y del Castillo sobre ellas, allá por 1910. «Mi abuelo lo encargó a Bicicletas Cuesta a imitación de uno que se había comprado en Inglaterra y que se le había roto», explica su nieto, Tomás del Campo, justo ahora que lo acaba de donar –junto a sus hermanos Felipe, María, María Antonia y Pilar– al Museo del Pueblo de Asturias.

Lo hacen para compartir su historia con la ciudad y que conozcamos aquellos tiempos en los que Gonzalo y sus hijos salían felices con su tándem. No solo lo hacían por Asturias, también se lo llevaron a Guadalajara cuando marcharon a estudiar y les servía para salvar los 70 kilómetros que separan a la provincia de Madrid. «Mi padre me contaba que hasta habían atravesado una dehesa de toros en ese viaje. Lo hicieron sin mirar atrás y pedaleando muy rápido», recuerda Tomás.

Pabellón de Bicicletas Cuesta en la I Feria de Muestras, Gijón, 1924. Constantino Suárez / Colección Museo del Pueblo de Asturias

De aquella salieron ilesos, menos mal, pero en 1948, el tándem fue a parar a un garaje de Begoña hasta que, en 1962, la tercera generación, Felipe y Tomás –nietos de Gonzalo– volvieron a las andadas.

El periplo con el original acabó en 1970, cuando lo llevaron a restaurar al Garaje Marina. «Le pusimos todas las piezas nuevas menos el cuadro», explica Tomás. De aquella el color negro se cambió por el blanco y volvieron así las excursiones por la región hasta que, con los años, lo fueron abandonando. Ahora ya no quieren guardarlo más y lo dejan, quieto, en el Pueblo de Asturias como un pedazo de historia que recorrió nuestras calles algo más de un siglo.

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