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Para las hermandades, el de este domingo era un día de alegría. Era el día de la Resurrección. Y después de una Semana Santa pasada por agua, la jornada arrancó con sol. Los tres pasos que conforman la procesión de la Resurrección, también conocida como ... la del Encuentro, ya que es en la que la Virgen María se encuentra con su hijo resucitado, pudieron salir recorrer sin riesgos las calles de Gijón. Y el cielo despejado también ayudó a que una gran multitud siguiera el momento culmen del día, en el Campo Valdés.
En total fueron tres marchas las que partieron para confluir en ese punto. La primera, con el paso de San Pedro Apóstol a hombros de la Hermandad de la Santa Vera Cruz, partió desde la iglesia de San Pedro y recorrió las recoletas calles de Cimavilla acompañada con su propia banda musical. Quince minutos más tarde hicieron lo propio de manera simultánea la Hermandad de la Santa Misericordia y la Cofradía del Santo Sepulcro. La primera arrancó desde la capilla de la Soledad. Las manolas, que habían cambiado el mantón negro por uno blanco, acompañaron el paso de la Virgen de la Alegría junto a la banda de la OJE (Organización Juvenil Española) de Colloto.
La imagen de la Resurrección, porteada por la Cofradía del Santo Sepulcro, partió de la basílica del Sagrado Corazón de Jesús. Y acompañando a esta cofradía procesionó el pregonero de la Semana Santa de este año, el periodista jubilado de EL COMERCIO Andrés Presedo. Esta última marcha estuvo estuvo encabezada por los cofrades del Niño del Remedio, una cofradía infantil creada en la iglesia parroquial de San Pedro. Cerraba el paso la Agrupación Musical del Sagrado Corazón de Jesús.
Las cofradías habían marchado con sus estandartes plegados en señal de luto. Pero una vez que llegaron al punto de encuentro de las tres imágenes, volvieron a desplegarlas. Bajo la atenta mirada de numerosos fieles y curiosos, el párroco de San Pedro, Javier Gómez Cuesta -que presidía por primera vez el acto-, dio la señal para que se le retirara a la Virgen, en presencia de su hijo resucitado, su velo negro, quedando descubierto otro blanco. Al mismo tiempo, todos los penitentes descubrieron sus cabezas de capirotes y capuchas. Las manolas le dejaron ramos al paso de la Virgen y le tiraron pétalos mientras sonaba el himno nacional.
Al acabar, y ya descubiertos, los porteadores de la imagen de la Virgen realizaron con ella tres reverencias frente a la imagen del Cristo. Luego, se hizo lo propio con el paso de San Pedro. Una de las imágenes más emotivas la dejó una hermana de la Santa Vera Cruz que, entre lágrimas, abrazó, tras acabar el acto, a un porteador primerizo de su hermandad.
Tras la procesión, en la parroquia de San Pedro se celebró la misa de la Pascua de Resurrección del Señor.
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