
Recibe una primera multa por dejar el vehículo mal aparcado en Gijón a principios del mes de octubre. Acude al Ayuntamiento a recogerla y ... algo le llama la atención en el escrito: 'denuncia voluntaria'. «Esto es que me ha denunciado alguien, ¿no?», pregunta. En el Consistorio se lo confirman y, a partir de ahí, a P., vecina de la zona Centro, que prefiere no desvelar su identidad por cuestiones obvias, y a otros dos miembros de su familia, se les acumulan ya diecisiete multas por irregularidades similares. Todas denunciadas bajo las mismas iniciales y que en total ascienden a 1.500 euros.
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EL COMERCIO ha podido saber que solo el pasado fin de semana las denuncias voluntarias bajo esas mismas iniciales ascienden a 110.
Pero ¿quién está detrás de ellas? Según distintas fuentes consultadas, se trata de un colectivo que aboga por limitar el uso de los coches en la ciudad y se ha propuesto mantener a raya a los infractores. No es solo una persona sino un grupo de 'justicieros' que salen a la calle con la intención de señalar las supuestas irregularidades que comenten los conductores.
Su herramienta, completamente legal y regulada, es la denuncia voluntaria. Una modalidad a través de la cual un ciudadano puede presentar en el Ayuntamiento, con las correspondientes pruebas, irregularidades cometidas por otros vecinos. Esas denuncias pasan directamente a la Concejalía de Hacienda, al departamento de Sanciones, que las investiga y tramita, es decir no pasan por vía policial. Algunas terminan en multa y otras no, ya que las comprobaciones son más complejas que en el caso de existir una actuación policial dado que se considera autoridad como denunciante.
«Con la primera multa lloré porque no entendía a quién había hecho daño yo para que me denunciara; ahora creo que es un zumbado», lamenta en declaraciones a EL COMERCIO una de las afectadas. «Entiendo que una persona con movilidad reducida denuncie que alguien le ha ocupado una plaza de aparcamiento pero esto no es ni medio normal», defiende P.
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Ella, al igual que otros vecinos del centro de Gijón, está obligada a aparcar a diario en una zona de la ciudad donde es preciso recordar que abundan las calles estrechas, de alta afluencia, y quienes viven allí se sienten forzados en ocasiones a bordear la normativa y aparcar a ratos en la acera para descargar la compra o el carrito del bebé. Problemas cotidianos que se acrecientan con el aumento de las zonas en obras y la escasez de aparcamiento.
P., que tiene constancia de al menos otra vecina del centro de Gijón que también ha recibido una multa de las mismas características, lamenta que «haya ciudadanos se comporten de esa manera» en lugar de avisar de las molestias en persona y también que «el Ayuntamiento lo consienta». «No voy a pagar las multas, las voy recurrir todas», anuncia.
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