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MARIO ÁLVAREZ
GIJÓN.
Sábado, 16 de enero 2021, 01:04
«Cuando hablamos de salvar vidas, no desfilar es un mal menor». Las charangas mostraron ayer su comprensión hacia lo que todo apunta que constituirá una ruptura con la tradición de festejar con sus ripios y su alegría la llegada del carnaval. «Merece la pena ... esperar a que todo pase para desfilar», comenta Pilar Fernández-Acevedo, de Los Gijonudos, que celebra este año su 40 aniversario en unas circunstancias atípicas. La próxima semana se producirá una reunión con la empresa municipal de festejos, ocio y turismo Divertia según indicaron miembros de Los Restallones a EL COMERCIO. Sin embargo, todas las charangas coinciden en que se tratará de una reunión protocolaria para confirmar la cancelación de todo el programa de festejos.
De hecho, al margen de las restricciones sanitarias que motiven la decisión, Cristina Zamorano, de Los Gijonudos, comenta la imposibilidad de preparar ahora una hipotética actuación con el escaso margen de tiempo que les separa ya de la fecha: «Se necesita ropa, todo tipo de accesorios y, por supuesto, mucho entrenamiento. Todo ello no se adquiere en una sola semana», señala.
Precisamente, desde el inicio de la pandemia las charangas apenas han podido reunirse para ensayar. «Con los componentes de percusión ya alcanzamos las 25 personas», explica Zamorano quien, como Cristina Pérez, de Los Acoplados, ve imposible que tantas personas se puedan reunir de forma segura en un espacio cerrado para perfeccionar las técnicas. «Un solo grupo de charanga está integrado por unas 60 personas. En las condiciones actuales, resulta inviable», razona.
«Las charangas son alegría y felicidad. La situación actual no invita a ello», explica Mariam Álvarez, de Xareu nel Ñeru, quien ve difícil una alternativa a la suspensión. «Durante el confinamiento realizamos videollamadas y seguimos en contacto todos nosotros. La tragedia que vivimos no vencerá nuestra pasión por la música, pero todos tenemos que adaptarnos al contexto excepcional », apunta José Menéndez, otro miembro de Xareu.
Pilar Fernández-Acevedo recalca que, normalmente, las charangas actúan para que la gente se anime y haga vida en la ciudad, incluso tienen como fin incentivar el consumo de negocios locales, «algo que atenta directamente contra la petición de autoconfinamiento solicitado por las autoridades». Por ello, considera más coherente la suspensión del Antroxu que, además, considera que se ajusta más al contexto si se atiende al decoro: «Con el número de fallecidos y de contagios que sufrimos en la región habría gente que se podría llegar a ofender al considerarlo inapropiado», arguye.
Una razón por la que aprueba que, ante el recrudecimiento de la pandemia, se haya desestimado la posibilidad de actuar en los diversos barrios de Gijón. «Se había barajado hace meses aunque nunca hubo una propuesta firme, pero la tasa de incidencia avala que no se lleve a cabo», sentencia, dado el peligro de que se formen aglomeraciones. «Resulta lógico que se aplique el mismo criterio que se sostuvo para cancelar la cabalgata por la similitud de los actos. Habrá más ocasiones», concluye Cristina Zamorano.
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