Minerva Sánchez le debe su nombre a la pasión por la mitología y la literatura de su padre que ya había dado muestras de ello cuando a su hermano le llamó Héctor. Cuando ella nació en Hoyos, un pequeño pueblo al norte de la provincia ... de Cáceres, en 1985, lo que no sabía era que más que esa querencia por los grandes héroes de la antigüedad lo que a Minerva sí le iba a influir y mucho era la profesión de sus padres, y no tanto por la profesión en sí de enfermeros que comparten, sino por el tipo de conversaciones que se escuchaban en casa y que tenían que ver con la vocación de cuidar. Desde muy pequeña, supo que los cuidados, la empatía, la solidaridad con los que sufren era realmente importante.
Las cosas que los días de infancia nos instalan en el disco duro del cerebro siempre tienen un recorrido mucho más largo de lo que en principio podría parecer. Y luego, con la adolescencia, se le planteó otra inquietud, la que se derivaba de la vida en un pueblo pequeño y las limitaciones que supone, y que le hacían echar de menos la existencia de actividades, las posibilidades que tienen las asociaciones.
En su rostro hay una mezcla de voluntad, de entusiasmo y de serena comprensión del mundo en el que está inscrita: la melena oscura que algunas veces se distribuye en dos trenzas que viajan por sus hombros, el piercing en la nariz, la forma en que la sonrisa extiende su imperio y se hace dueña de su cara. Durante dos años Minerva estudió Historia del Arte en Salamanca, hasta que descubrió que más allá de la pasión que le suscitaba, había una exigencia, un deseo de que aquella mecha prendida en las conversaciones de la infancia, los cuidados de los más vulnerables como exigencia, se concretara en una profesión. Por ello abandonó la carrera y se matriculó en Educación Social. Y con su título como equipaje, y las ganas de abrazar el mar, se trasladó, hace ya 13 años a Gijón.
Lleva cuatro años como Técnica del programa de acompañamiento juvenil, más conocido como 'La Ofi' de la asociación Mar de Niebla. Antes, desarrolló una amplia actividad trabajando en la animación sociocultural especialmente con personas con discapacidad y dependencia, pero su trabajo en Mar de Niebla la tiene completamente seducida, porque de alguna forma supone rescatar, insertar laboralmente o reinsertar en formación a jóvenes que han perdido la esperanza de servir para algo. Y conseguir resultados es el mejor de los premios.
Uno de los proyectos más sugestivos de este programa es la puesta en marcha, un año más de la Juguetería solidaria en la que un grupo de once chavales a través de la metodología aprendizaje y de servicio, conocen todos los procesos y las técnicas que permiten poner en marcha una tienda: desde la búsqueda de un local, su adecuación, almacenaje, decoración, atención al público, realización de inventarios. La juguetería es una tienda donde las familias vulnerables compran sin dinero aquellos juguetes que desean para sus hijos. Lejos del modelo asistencial, el proyecto persigue un triple objetivo: por un lado, la formación de jóvenes, por otro la dignificación del acto de recibir juguetes para aquellos que no pueden acceder a su compra, y finalmente la contribución a la economía circular a través de la reutilización de juguetes de segunda mano que los muchos voluntarios que trabajan sin descanso durante los meses de recogida se encargan de dejar absolutamente impecables y listos para mantener la ilusión de muchos niños y la esperanza de muchas familias a las que una cosa tan sencilla como poder acceder a un espacio en el que se les trata como clientes con atención personalizada, les permite sentir que no todo está perdido.
Y esa certeza a Minerva Sánchez le hace seguir iluminando el mundo con la amplitud de su sonrisa.
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