GUILLERMO MAESE
Miércoles, 26 de febrero 2020, 00:50
No es casualidad. Todas, al menos una vez, han sentido miedo cuando volvían a casa por la noche. Les resulta casi una temeridad ir con los auriculares puestos, sin las llaves en la mano o caminar sin prisa. Algunas incluso despiertan a sus padres ... para que les hagan compañía hasta que llegan a casa. Esa es la realidad que viven. Sensible con ella ha sido Empresa Municipal de Transportes Urbanos de Gijón (EMTUSA) que desde el pasado lunes incorporó en sus líneas búho las paradas antiacoso. Servicio en el que las usuarias de las líneas pueden pedir al chófer del autobús el lugar en el desean apearse con vistas a ganar seguridad en su trayecto de vuelta a casa. «Ahora nos sentimos más seguras y en casa estarán más tranquilos».
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«No tengo miedo, pero procuro no entretenerme en el camino», cuenta Melisa Quintero, camarera de 29 años. Va pendiente de su marcha, no mira el móvil y evita zonas poco iluminadas. No hace poco intentaron atracarla en el puente de la calle Carlos Marx. Tuvo que correr. No era la primera vez.
Paula Hevia, opositora de 30 años, avisa a sus padres cuando monta en el autobús y cuando baja. Vive en El Natahoyo en una zona «un poco apartada» y en una ocasión un hombre le siguió hasta cerca de su casa. También tuvo que echar a correr. «Miro para atrás cada poco. Desde aquel episodio me da miedo». Iba con los auriculares puestos. Lo considera un peligro. En esas estamos. «En casa no descansan hasta que vuelvo a casa».
«Vas alerta, es inevitable pensar que puede pasar algo», relata Ainhoa Fernández de 37 años. «Lo mejor es caminar a paso ligero y sin despistarse».
Tres adolescentes, Andrea Moro, Yaiza Sampedro y Andrea Redonda, son usuarias habituales del búho cuando van y vuelven de fiesta. Hasta ahí normal. Pero también sufrieron algún episodio nocturno. Un día llegaron a ver a un hombre masturbándose a la vuelta de la esquina. «No se dan cuenta que un 'piropo' a gritos desde la otra acera nos asusta». Toman la esquina y echan a correr. A Moro, su padre le recomendó que utilizara la parada antiacoso. Muchas veces llaman a casa según bajan del autobús para que las acompañen en el trayecto. Sueño ligero de los padres porque «ellos también pasan miedo». Tienen 20 años.
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Aunque el nuevo servicio de EMTUSA, inaugurado la noche del lunes, solo fue usado por una pasajera, todas las mujeres aseguraban conocerlo. «Es tranquilizador saber que hay quien se preocupa por nuestra vuelta a casa», reflexiona Nina Fernández, de 52 años.
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