«El marisco de Gijón me enloquece»

Se le nota la ilusión en la sonrisa porque, además, Gijón le trae muchísimos recuerdos de juventud, de aquellos planes diurnos que hacía y también de unos cuantos nocturnos que se le quedaron grabados en la memoria. «Me lo pasé muy bien con mis primas aquí, íbamos a todas las fiestas de prau que había durante el verano. Recuerdo incluso salir alguna noche por El Jardín y ya mi padre, de aquella, me contaba que él había estado en la inauguración, en sus tiempos, cuando la sala de Somió era solo un merendero», afirmaba, entre risas. Ese amor por la tierrina y esos recuerdos, Yasmin se los está transmitiendo ahora a sus dos hijas: Yasmin y Frida, de quince y dieciséis años. «Las trajimos por primera vez a los trece y se enamoraron de Gijón porque, ya con esa edad, aquí se sentían muy libres, aunque fueran unas niñas», indicaba Yasmin.

De hecho, para acrecentar el amor por Asturias, esta familia hace coincidir sus vacaciones con la Semana Grande, lo que les permite disfrutar del sinfín de planes que ofrece la ciudad. «No nos vamos hasta el 16 de agosto porque es fundamental estar aquí para ver los Fuegos». Tienen entonces tiempo por delante para exprimir todas las bondades de nuestra región: los paisajes, los conciertos, las playas, las verbenas... «Visitaremos más lugares de los que hay por aquí cerca e iremos a algún restaurante a comer para saciar los muchos antojos que tenemos durante todo el año», se reía. En su caso, tiene claras sus comidas favoritas: «Me encantan les fabes y el marisco me enloquece porque, a nuestra ciudad, llega siempre congelado, el de acá es espectacular», consideraba. Sus palabras las interrumpía una de sus hijas para recordar lo que más le gusta saborear, en cuanto pisa España: «¡¡Los churros!!». Desde luego, un desayuno o una merienda en Mayca bien merece cruzar el charco año tras año.