IVÁN VILLAR
GIJÓN.
Jueves, 18 de febrero 2021, 00:30
«Soy un hombre tranquilo, sensato y prudente. Pero tengo dignidad y no puedo tolerar que mi imagen se descuartice en el circo de fieras en el que se ha transformado la dirección del PP de Asturias sin al menos explicarme». Un día después de ... que el comité de Derechos y Garantías le abriera un expediente disciplinario tras la denuncia por «vulneración de derechos e infracciones estatutarias» presentada por 40 miembros de la junta local, el presidente del PP de Gijón, Mariano Marín, anunció ayer su marcha del partido y acusó a la presidenta regional del mismo, Teresa Mallada, de «amenazas, chantajes y descalificaciones en público y en privado» y de un «boicot permanente» a su trabajo para forzar que dimitiera. «Desde que accedió al cargo vía designación directa, ha hecho de mi desaparición política y civil su obsesión y del asalto cruento al PP de Gijón su prioridad», aseguró. Añadió que antes de hacerla pública ya había comunicado su decisión al presidente nacional, Pablo Casado, en una carta «en la que le expreso mi opinión sobre las causas y responsables del envilecimiento y la degeneración del partido en Asturias y le insto a tomar las decisiones oportunas antes de que se quede sin siglas sobre las que intervenir».
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Según Marín, «para conseguir su botín la presidenta ha utilizado todo tipo de tramas, artimañas y falacias, en una cruel 'vendetta' en la que no faltaron promesas de cargos, honores y dádivas y en la que se manipuló y mintió a los afiliados en reuniones clandestinas, llamadas telefónicas en mi contra y recogida de firmas casa por casa para apartarme de la presidencia». Y definió una reunión que tuvo en enero con Mallada y con el secretario general del PP de Asturias, Álvaro Queipo, como «treinta minutos de chantajes más propios de los bajos fondos que de la política, con frases como 'o sales por tu voluntad o te sacamos' y 'vas a acabar muy mal' e intimidaciones como que reventarían las reuniones de la junta local».
En su opinión, «se cruzaron todos los límites de la decencia cuando me exigieron dimitir so riesgo de ver dañados mi prestigio personal y mi reputación profesional. En ese momento, el PP de Asturias dejó de ser para mí un partido político para convertirse en una patética caricatura siciliana. De hecho, yo le quitaría la palabra 'partido', porque hoy por hoy es una organización más dedicada a intereses particulares que a hacer política». Y añadió a su relato otros tres hechos «que evidencian la degradación política de la dirección regional y me dejaron claro que la turba no iba a detenerse». El primero, nuevas «amenazas» que le hicieron llegar «utilizando de correo a un amigo personal que nada tiene que ver con la política». El segundo, «las palabras de Paloma Gázquez en la junta directiva del 29 de enero, denunciando que miembros del actual comité regional le desearon la muerte cuando contrajo la covid en marzo». Y el tercero, las recientes palabras de Mallada acusándole de «alentar la filtración de la noticia sobre la investigación que le abrió la Fiscalía Anticorrupción. Yo no necesito filtrar nada, porque siempre voy de frente».
Así, aunque su intención «era agotar el mandato que me fue otorgado democráticamente», estos episodios «me demostraron que en estas condiciones y con estas personas no podía seguir ni un minuto más en esta organización. Con los años me he labrado una reputación intachable y no quiero compartir siglas ni espacio físico ni que se me pueda identificar con una dirección regional tóxica, carente de juicio político y que representa todo lo que detesto».
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Pero no solo la presidenta regional, «a quien le falta el equilibrio necesario para desempeñar el cargo», fue objeto de sus críticas. También el secretario general del PP de Gijón, Pablo González, a quien todas las quinielas apuntan como sucesor de Marín al frente de la agrupación local. «Lamento la absoluta falta de colaboración y el nulo trabajo productivo de este profesional de la política, al que jamás impedí hacer su trabajo y del que solo obtuve el silencio por respuesta. Ni una vez en el último año y medio me ofreció su ayuda. Pero todos conocemos su zigzagueante trayectoria» -en 2011 abandonó el PP y se afilió a Foro, para regresar al partido dos años después, cuando en Gijón estaba la gestora designada por Mercedes Fernández-.
El presidente del PP de Gijón aseguró que le hubiera gustado que su sustitución llegara «por el mismo mecanismo democrático por el que se me eligió y no por dimisiones forzadas, sustituciones a dedo ni componendas telemáticas». Pero a pesar de haber solicitado a la dirección regional «un congreso libre» la respuesta que recibió, asegura, fue que «en estos momentos no se iba a celebrar. En el 'nuevo PP', la democracia es imposible». Lamentó que en Asturias el partido «camine peligrosamente hacia la descomposición» y advirtió de que «ni soy el primero ni seré el último cargo guillotinado por la dirección regional. Vendrán muchos más. Porque cuando el comité de garantías se convierte en el órgano más activo del partido y se imponen a golpe de expediente disciplinario la purga y el terror, desaparecen el partido, los afiliados y la democracia y surgen la camarilla, los siervos y la tiranía».
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