Secciones
Servicios
Destacamos
Esta calle es la entrada del barrio de El Natahoyo, que fue donado en el año 1080 como Villa Ataulio por el Obispado de Astorga a la Iglesia de Oviedo y en 1556 se donó en foro perpetuo a Alonso Ramírez de Jove, el primer titular del coto señorial y jurisdiccional de El Natahoyo. Una posesión que terminó heredando Carlos Miguel Ramírez de Jove, el primer Marqués de San Esteban del Mar de El Natahoyo (desde 1707) y el promotor del palacio de Bajodevilla dos años antes.
La capilla de San Esteban es el hito arquitectónico que da la bienvenida, por esta vía, desde 1647. Sobre esta ermita se acaba de firmar un contrato de uso durante 40 años y está pendiente de un proyecto de restauración encabezado por el Club Rotario y el apoyo del actual marqués. ¿Sabían que es la más antigua del casco urbano de Gijón y que fue traída piedra a piedra, desde Tremañes, en 1647?
Lleva decenios abandonada, lo sabemos, pero lo que seguro que no sabrán quienes no sean natahoyenses de pura cepa es que esta capilla tuvo, hacia 1880, un astillero detrás (donde luego se ubicó Naval Gijón) y que desde la década de 1960 tuvo usos tales como consultorio médico, dispensario jesuítico e incluso gimnasio para el Club de Halterofilia Revillagigedo desde 1973; de esta capilla salieron los campeones de Asturias en 1981. Fue ordenada trasladar por Alonso Ramírez de Jove y su esposa Margarita de Valdés Miranda, curiosamente intervino una mujer —referenciada en la licencia para el traslado—, las grandes olvidadas de esta saga familiar.
Al sureste de la capilla hubo un puente, al menos desde el siglo XVII, para salvar el encuentro del río Cutis con el arroyo Pilón. El puente era el arranque de las calles Mariano Pola y José Manuel Palacio, y fue reformado en 1818 y 1855. Estaría en el lugar que hoy ocupa la plazoleta de Máximo González.
Al lado se levantó el palacete regionalista de la Fundación Revillagigedo, otro emblema del barrio y de esta calle. Donde hubo cine, por cierto, y del que podemos destacar un verdadero secreto. Se cuenta que originalmente este inmueble fue una cesión a la Compañía de Jesús, que eran los encargados de la docencia, y que como la constitución de la fundación era a nombre de la casa condal de Revillagigedo: el inmueble se salvó de cualquier afectación por parte de la República: al disolverse la Compañía de Jesús retornaba el palacete a la familia Armada.
Se inauguró para el curso escolar de septiembre de 1929, pero Álvaro Armada Fernández de Córdoba, el primer conde de Revillagigedo de raíz asturiana, ya había previsto hacer un centro benéfico para obreros y también sufragó el inicio de las obras de la iglesia de San Esteban en 1904, que culminaron su viuda Rafaela de los Ríos y su hijo Luis, el marqués de Santa Cruz de Rivadulla. Es decir: dos capillas de la misma familia y bajo la misma advocación en una misma acera.
A poniente se hizo el Hogar de San José en 1943, ¿fruto de qué? se preguntarán, pues de la impagable iniciativa del padre Máximo González que comenzó a recoger por las calles a niños huérfanos y vagabundos para darles unas mejores expectativas de vida como la alimentación, la educación y un techo.
Hoy, con buses que no comunican las parroquias más dinámicas o que por ciudad presentan frecuencias de más de 15 minutos: llama la atención que el tranvía de El Natahoyo, puesto en circulación en 1895, tuviera una frecuencia de paso cada 8 minutos. Esta calle, a diferencia de su paralela, soportó el peso residencial de toda la personalidad industrial del barrio, pero lo hizo en asentamientos informales como las ciudadelas o las casitas terreras que aún perviven.
Donde se levantó el actual Hogar de San José había una ciudadela llamada Les Calles: dos calles paralelas que iban del mar a Mariano Pola, con 10 letrinas exteriores para 35 vecinos. Otra ciudadela escondida eran las cinco casitas de Maximino Miyar: de unos 30 m2, dos dormitorios una sala y una cocina con la letrina fuera, el frente de fachada no superaba los 5 metros. A esta se accede por otra ciudadela: la de El Natahoyo por la calle Torre Coroña, que esperemos se salve de la piqueta de nuestro Consistorio cuando eclosione el Plan Naval Azul, ya que es el mayor conglomerado de ciudadelas que existe en Asturias y tan sólo requerirían un imperioso arreglo de las techumbres.
Ahora acabaremos por el principio: ¿sabían que El Natahoyo también tuvo un balneario? Pues este estaba justo delante de la chimenea de la maderera de Demetrio Fernández Castrillón, que hoy sigue existiendo delante de los edificios-barco y Tierrastur.
Publicidad
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
Clara Alba y José A. González
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.