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De la televisión al cole. El chef asturiano Marcos Morán ha abandonado por una tarde los fogones de Casa Gerardo, aunque no se ha podido quitar la chaquetilla. Una treintena de escolares le esperaban en otra cocina, la del colegio gijonés Virgen Reina, para que les echara una mano y terminar con buen sabor de boca el proyecto de gastronomía que han estado realizando en Cultura Asturiana.
Durante los últimos meses, bajo la coordinación de su tutor, Jaime Llavona, los alumnos de sexto de Primaria han estado trabajando por parejas en la elaboración de recetas típicas asturianas u otras más innovadoras, pero con sabor asturiano. Un cachopo, un menú completo a base de quesos asturianos, un plato de la abuela y un plato libre han sido sus elaboraciones. Y todo, grabado en vídeo y editado cual profesionales: cocinas más que preparadas, voces en off, música, declaraciones a cámara, tomas falsas y hasta invitados sorpresa para probar los platos.
La clase de sexto ha demostrado tener nivel para enfrentarse a un jurado como los de la televisión. Han conocido el queso Mamá Marisa de José Andrés. Han aprendido a hacer unas buenas verdinas. Se han inventado helados de arroz con leche o sushi asturiano. Han llevado a la cocina el mundo de Harry Potter. Han ido al mercado en busca de la mejor ternera asturiana. Han hecho frixuelos y tartas de queso.
En estos días de debate sobre el uso de los dispositivos móviles en las aulas, Llavona defiende su aplicación en iniciativas así. Proyectos como este permiten «unir el aprendizaje de muchas competencias«, no solo las digitales, pero también llevar el aula a las casas y que las familias hayan pasado más tiempo juntas. «Han cocinado con sus padres, pero muchos también con los abuelos», destaca el tutor, sorprendido por el nivel de los vídeos que los alumnos han ido presentando durante las últimas semanas y que han elaborado con sus chrombooks.
Por eso, como recompensa a los estudiantes, pero también a las familias que han convertido sus cocinas en platós de trabajos escolares, Llavona preparó este fin de proyecto tan especial, gracias a la colaboración y la complicidad de Marcos Morán.
La receta elegida han sido les picatostes. Los propios alumnos habían llevado el pan estos días y hoy, estudiantes, profesores y personal del colegio han invadido la cocina escolar. Nicolás, Ángela, Tomás, Candela... se quitan la palabra unos a otros para tratar de explicar los pasos que han ido dando. Un almíbar, vainilla, canela, piel de limón, pan duro, leche... Entre todos, y con la colaboración de la profesora Carmen López, han elaborado dos tipos de picatostes. Por un lado, los tradicionales. Y, por el otro, las de Casa Gerardo, hechas con un pan de molde especial, con leche, nata, azúcar, vainilla y canela y caramelizadas con la plancha. Una plancha a la que alguno y alguna se han enfrentado con algo de temor.
Ha sido un trabajo en equipo «fantástico», ha reconocido el chef. Un trabajo que, además, ha tenido un fin de fiesta por todo lo alto: tras las puertas de la cocina, sentados en las mesas del comedor escolar y sin que los niños lo supieran, esperaban los padres. Así que Sofía, Alba, Clara, Álvaro, Lucía... iban buscando caras conocidas para llevar su plato. Nadie se ha querido perder la oportunidad de probar la receta de los niños. Y de Marcos Morán. El pequeño Quintín, que se había 'colado' en clase de los mayores, daba buena fe: «¡Me estoy poniendo las botas!»
Ha habido risas, buena merienda y mucho aprendizaje. Y el docente se reafirma en lo bueno de estos proyectos en los que, también, se usan las tecnologías.
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