Lola Higueras | Arqueóloga submarina e historiadora

«Los océanos están heridos de muerte y los poderes públicos lo silencian»

–En Gijón el Ayuntamiento tiene previsto la construcción de un polo empresarial de economía azul. ¿Qué le parece esta noticia?

–Es una noticia muy importante, como todas las que se producen en el ámbito del conocimiento y el desarrollo en las ciencias relacionadas con la mar. Siempre lo digo, hemos sido más grandes, cuanto más grandes hemos sido en la mar. Eso es un hecho histórico incuestionable. Pero yo creo, vamos, a mí me parece, y lo digo con frecuencia, que en España, que es un país extraordinario, vivimos un poco de espaldas a nuestra gran historia marítima y desde luego de espaldas a la mar. O sea que noticias como esta y otras que van surgiendo, espacios protegidos en algunos lugares del océano, son noticias muy buenas. A ver si empezamos a sensibilizarnos por la mar y por nuestra historia, que ha sido tan grande.

–Viene a Gijón a hablar de la salud de los océanos. ¿En qué situación están?

–Es un tema que a mí me preocupa extraordinariamente. Extraordinariamente porque los océanos, que han sido el gran pulmón del planeta, están heridos de muerte.

–¿Se puede decir así, con esa contundencia?

–Desde luego. La pesca de arrastre masiva y la destrucción masiva de las industrias están arrasando los ecosistemas marinos y están contaminando gravísimamente nuestros mares. La cantidad de basura, sobre todo plásticos, los vertidos tóxicos que está generando la agricultura, la ganadería monstruosa de las granjas infernales... Lo que más me preocupa es la considerable pérdida en los océanos de los ecosistemas marinos, que son los que estaban garantizando esa absorción del CO2. Pero ahora, al irlos destruyendo nosotros, con nuestra acción, con nuestra polución, con nuestros vertidos tóxicos, estamos cosiendo que el océano esté acificándose cada vez más, y eso produce otra cosa muy grave, que es la pérdida de carbonato cálcico, que es el elemento base de los esqueletos y de los caparazones duros de tantos animales del océano.

–¿Y qué podemos hacer? ¿Está en la mano del ciudadano cambiar esta situación?

–Lo que es seguro es que los poderes públicos están inmersos en el silencio más atroz y criminal en relación a estas prácticas. Entonces, yo creo que en la sociedad tenemos que actuar, tenemos que empezar a actuar. Hay que, digamos, por lo pronto, que eso es el punto clave de todos los informes científicos que estoy manejando, realizar un cambio drástico en la alimentación hacia una dieta de salud planetaria, lo que supone una reducción drástica de productos de origen animal. Eso es lo primero que tiene que hacer la sociedad. Después, la protección: forzar a los estados a firmar grandes acuerdos internacionales que protejan los océanos y su biodiversidad, reduciendo masivamente las dañinas industrias de la agricultura, de la ganadería y de la pesca. Hay que defender también con grandes acuerdos internacionales los grandes sistemas forestales del planeta, que están sufriendo una deforestación masiva y creciente. Y luego, yo pienso que es exigencia de la sociedad civil a los poderes públicos que cesen las multimillonarias subvenciones que en este momento se están dando a todas las industrias masivamente destructivas del clima.

–¿Qué consecuencias puede tener continuar con estas prácticas?

–Hay científicos de élite que nos están señalando que solamente una décima más de calentamiento, en este 1,5 de elevación de la temperatura que tenemos actualmente, puede hacer que estos grandes fenómenos climáticos extremos como los que estamos sufriendo en estos momentos, en España y en el mundo, crezcan de una manera considerable.

–¿Y no se ha mejorado nada con los años? ¿No hay más conciencia climática?

–No se ha mejorado nada. Lejos de mejorarse la situación, ha empeorado de una manera drástica. Las leyes internacionales, como la de conservación de la naturaleza de la Unión Europea, no producen el menor efecto. Realmente en todos estos temas se están aplazando los plazos de aplicación. Los grandes poderes se defienden sobremanera, naturalmente, que no se toque ninguna de las industrias que los están forrando.