«Los logros sindicales han sido devorados por la vivienda»

–¿Qué se va a encontrar el espectador en su película?

–Es un documental que trata de recuperar la memoria histórica del movimiento obrero de los años 60 y 70. Yo adquiero mi experiencia sindical en el trabajo y en el cristianismo, que es quien me lleva inicialmente en la rebelión contra la injusticia. Después surge el compromiso político, en pleno franquismo, porque nos dimos cuenta que mal podíamos defender los derechos laborales si no acabábamos con la dictadura. La película muestra también mi crecimiento en el que fue llamado el 'nuevo movimiento obrero'; cómo un trabajador normal y corriente, y hasta vergonzoso, termina convirtiéndose en un pequeño líder sindical.

–¿Cuál cree que fue el mayor logro de la lucha de su época?

–No puedo olvidarme de la legalidad de la Unión Comarcal y la creación de la Fundación Juan Muñiz Zapico, pero nuestro mayor logro fue plantarle cara al franquismo. Y en este punto me acuerdo de la frase de Nicolás Sartorius de 'Franco murió en la cama pero la dictadura murió en la calle'.

–Déjeme traerle al contexto actual. ¿Cómo esta viviendo el drama del acceso a la vivienda?

–Es el elemento más determinante del empobrecimiento. Todos los logros sindicales referidos al salario han sido devorados por la vivienda. La solución pasa por la construcción de vivienda pública, está claro.

– ¿Notan cierto desapego de la juventud con los sindicatos?

–Es innegable. Primero porque se ha hecho una campaña brutal contra los sindicatos, lo que ha provocado una gran desconfianza. Y segundo el cambio de paradigma en el mundo laboral, en donde se ha generado una cultura donde prevalece lo individual y una falsa meritocracia porque no existe la igualdad de oportunidades, por mucho que digan. Ahora vale más el 'consigue para ti aunque sea por encima del otro'. Mire, el mayor y mejor ejemplo reciente de lo necesaria que es la lucha obrera es la regularización de 'riders' por parte de Glovo. Esta multinacional ha claudicado porque los sindicatos han presionado y por los paros de los trabajadores.

–¿Y los sindicatos no tienen culpa del desapego juvenil?

–Sin duda. La adaptación que se hace a los cambios económicos y sociales ha sido lenta. Los sindicatos tardaron en entender, por ejemplo, que el capitalismo industrial había cambiado. Cuesta recoger a los jóvenes porque no encuentran un lugar.

–Lo próximo parece que será la reducción de la jornada laboral. ¿Lo celebra?

–Sí, la reducción es una permanente en la lucha obrera. Pero la reducción tiene que ir acompañada de un mejor salario. Si se reduce la jornada y se cobra menos, no valdrá para nada. El trabajo es un bien escaso y hay que repartirlo, pero no para empobrecerse.