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«Llegué a Gijón en 2018 y un día paseando por el Muro me la encontré». Cuando Rafael Fernández Ruiz (Gran Canaria, 1974) revive aquel instante se lleva una mano al pecho, traga saliva y contiene la emoción. Habla del 'Monumento a la Madre del Emigrante', de Ramón Muriedas, una escultura que causó tal impacto en él que lo compara, sin rubor, con el síndrome de Stendhal. «Me emocionó un montón. Me enamoré de ella. Fue un flechazo», asevera este escritor con una dilatada historia a sus espaldas.
En su etapa canaria, Rafa, como le conocen, fue camarero, currante del Corte Inglés y todo lo que se terció. En Madrid, de 2006 a 2011, ganó un premio literario, fue bloguero de éxito y asesor de guion de 'Torrente 4'. En 2011 aterrizó en Asturias, de donde es su padre, y se instaló con su esposa en Paredes (Valdés) «buscando un lugar hermoso donde inspirarnos». Y hace cinco años llegó a Gijón, ya separado y con once novelas autopublicadas a sus espaldas. El flechazo de 'la Lloca', cuenta, convivió con su actual teletrabajo para una editora catalana y de repente, el pasado marzo, se conjuró para convertir a su idolatrada escultura en heroína de un cuento para niños.
A sus espaldas, Rafael Fernández tenía ya diez novelas variopintas. Para adultos, de ciencia-ficción, de terror; una de ellas, 'Diarios secretos', de 690 páginas, que «estuvo a punto de llegar al cine». Tenía, por tanto, experiencia en escribir, en autoeditar (todo lo ha vendido a través de páginas web), de dibujar, de transgredir... Pero el reto de 'la Lloca' le tocó muy dentro. «Ella me llamaba.Sentía que quería que hiciera algo, pero no sabía qué. Así que en mayo le dije a mis amigos que se olvidasen de mí y me dediqué a escribir y dibujar», relata.
Especial
Enseguida tuvo el esquema de este ingenioso cuento ideado para niños a partir de ocho años, «sin descartar al público adulto». Pero le faltaba el final. No daba con él en esa titánica lucha que tendrá a la pieza de bronce como heroína que se enfrenta a Vil, el duende de la sidra. «Entonces me fui cuatro días con una chica a una casa rural en Antromero». Y allí, la última mañana, al amanecer frente a la playa, iluminó el desenlace inspirado por su madre, Maite Ruiz, que falleció siendo él aún niño. A ella le dedica Rafael Fernández este cuento ilustrado que, de hecho, lleva por firma compartida «Mamá y Rafa».
En sus 108 páginas de gran formato y papel estucado, 'La leyenda de la Lloca' cuenta una historia con todos los ingredientes. Héroes, demonios, niños, mayores, animales, costumbres rurales, fantasías y giros inverosímiles en los cuales la gran protagonista de fondo es, ni más ni menos, que la 'Madre del Emigrante'. Salió a la luz el 1 de noviembre y desde entonces el entusiasta padre de la criatura ha podido vender ejemplares a través de la web creada al efecto, en tres librerías (La Buena Letra, Central y Senda), en el portal de su casa en la calle Leopoldo Alas, donde queda con sus lectores por Instagram y, lo más auténtico de todo, a los pies del propio bronce de Muriedas. Muchos días, cuando tiene tiempo, se instala en la plazoleta y aborda a «la gente que se siente conectada con 'la Lloca'». Si alguien la toca, la besa o le deja una flor, se acerca y le narra la historia de su cuento ilustrado. Los 29 euros que cuesta esta cuidada edición, de la que ha impreso 500 ejemplares, no son obstáculo para los adictos. «Hay gente que echa de menos a la madre, a la abuela, al hijo y encuentra algo muy especial en este lugar. Cuando los veo me digo 'este es de mi club' y entonces los abordo», relata.
Para Rafael Fernández Ruiz la vida no cambió cuando contempló el 'David' en Florencia o la Capilla Sixtina en el Vaticano. Cambió, radicalmente, ante la primero denostada y finalmente amada escultura de Muriedas. Así ocurrió y así lo cuenta a quien le quiera escuchar. Ahora, con el libro en su fase de promoción y venta, anuncia una trilogía asturiana. Ya tiene «muy desarrollada» la segunda:'La Cruz de la Victoria'. Ypor su mente bulle una tercera bajo el sugerente título 'Niño Lobo Asturiano'. Todo cabe en este canario gijonizado que se dejó cautivar por el enigmático hechizo de nuestra simpar muyerona.
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Lucía Palacios | Madrid
María Díaz y Álex Sánchez
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