LAURA MAYORDOMO
GIJÓN.
Lunes, 5 de diciembre 2022, 00:57
Es habitual que los estilismos de la reina Letizia -sobre todo cuando incluye en ellos prendas 'low cost'- conlleven que esas prendas se agoten en cuestión de horas. Algo parecido ha ocurrido ahora que se sabe que padece un neuroma de Morton en el pie ... izquierdo y una metatarsalgia crónica desde hace años. En su caso, favorecidos por el uso continuado de zapatos de tacón alto y puntera estrecha. Ambos términos «se han puesto muy de moda». El hecho de que sufra esta afección «ha ayudado a que se hable de ello también en la calle y no solo en las clínicas. La verdad, ayuda a que la gente sepa lo que es», constata el podólogo gijonés Miguel López Vigil.
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El también profesor asociado de la Facultad de Podología de la Universidad de León, participó recientemente en el 51 Congreso Nacional de la especialidad celebrado en Valencia. Y allí habló precisamente de la metatarsalgia. Más en concreto, de la cirugía mínimamente invasiva que permite acabar con esta dolencia y que «se reclama cada vez más».
La metatarsalgia es un dolor localizado en la planta del pie, una inflamación en el metatarso, la zona más cercana al nacimiento de los dedos. Nadie está libre de padecerla. Los factores que la desencadenan «son múltiples», explica Vigil. Desde tener un pie cavo o plano, al tipo de pisada. También realizar deportes de alto impacto, como correr o saltar, con un calzado inadecuado o, como ocurre en el caso de la reina Letizia, usar zapatos de tacón. En general, «las mujeres están más predispuestas genéticamente a sufrir deformidades en los pies».
También son las que, en mayor medida, recurren a la cirugía para poner remedio a sus males. En el caso de las metatarsalgias, la proporción es que, de cada diez intervenciones, siete se realizan a mujeres. «Los casos que me encuentro son ya muy avanzados», anota. El paciente suele optar por la cirugía cuando tratamientos conservadores -plantillas, infiltraciones, medicación o sesiones de fisioterapia y podología- han fallado.
La ventaja de la cirugía mínimamente invasiva es que es una intervención rápida que «descarga el metatarso, esa presión en la planta del pie, a través de una incisión de uno o dos milímetros» -por lo que «a veces ni siquiera se requieren puntos de sutura»- y además permite al paciente salir caminando por su propio pie, sin muletas ni osteosíntesis. Simplemente con un zapato postquirúrgico y, desde el día siguiente, moverse sin problemas. Y es lo que se recomienda, que camine. «Ya no es una cirugía pesada que obliga a encamar. Con este tipo de cirugía, la recuperación es más activa», puntualiza el podólogo. Todo ello son beneficios que repercuten en la recuperación.
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