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RAMÓN MUÑIZ
GIJÓN.
Miércoles, 21 de octubre 2020, 00:30
En Gijón la zona oeste tiene el mayor problema de contaminación por micropartículas de tipo PM10 y estas emisiones «estarían fundamentalmente ligadas a la industria y a las actividades portuarias y, en menor medida, al tráfico». Lo reconoce el nuevo plan que describe cada instalación, sus procesos, y la polución de la que es responsable.
En total identifica 24 «actividades potencialmente contaminantes» en la zona oeste o a un máximo de cinco kilómetros. De ellas, 17 están en El Musel. Al puerto se le pide más limpieza de viales, pantallas en todas las zonas de granel, llevar líneas de agua a la primera y segunda línea de muelle. Humectar el granel se debe hacer «con rigor, por lo cual los costes económicos pueden ser elevados». Preocupa el movimiento de carbón en terrenos con autorizaciones temporales donde «parece que las inversiones son más limitadas». En los últimos años se ha disparado la importación de hulla y su cribado con maquinaria móvil, práctica con «un mayor potencial de producir emisiones».
El puerto es protagonista en cantidad de sociedades, sin embargo la industria pesada acapara la atención por su magnitud y dentro de ella también hay clases. Los cuatro focos de los sínter de Arcelor declararon unas emisiones de 498.448 kilos en 2019, lo que casi quintuplica a la polución de los grupos I y II de la térmica de Aboño (101.100 kilos). La fábrica de cementos de Tudela Veguín por su parte emitiría una quinceava que los sínter (32.440 kilos). Lejos quedan Vauste (2.890) y Alusigma (571).
Los datos explican por qué el plan pone el acento en la siderúrgica. El documento busca mejorar en dos años el aire que respiran los 28.695 vecinos de Jove, Pescadores, Portuarios, Veriña de Arriba y de Abajo y La Calzada. De las 25 medidas que propone, la más costosa es la que obliga a Arcelor a iniciar en 2021 los trámites para invertir cinco millones con los que terminar 2022 con un filtro de mangas en el sínter B secundario.
El propio plan y esta medida es consecuencia de un compromiso que asumió el Principado tras años de batalla vecinal: pondrá una estación fija de medición de calidad del aire en El Lauredal. Empezará en el segundo trimestre de 2021 y sus datos serán supervisados por la UE; si confirma los volúmenes detectados por las estaciones móviles, hay riesgo de sanción.
Urge por ello rebajar la polución en una zona que vive su mayor contaminación «en condiciones meteorológicas concretas, cuando coinciden vientos muy flojos del suroeste y fenómenos de inversión térmica». Los técnicos del Principado analizaron los vientos predominantes alrededor de cada estación de medición. Descubrieron así que en El Lauredal convergen corrientes de distinto sentido, de tal forma que atraen tanto a las partículas de origen portuario, como a las de Arcelor y Aboño.
Eso les hace considerar que «probablemente el problema que se da en la zona de El Lauredal esté más ligado a la generación de un microambiente en la zona que evita que se produzca una difusión adecuada, en determinados periodos donde la meteorología existente dificulte esta difusión de partículas en la atmósfera». La noche y primeras horas del día es cuando las micropartículas se estancan, algo que el plan descarta sea por un repunte en la producción de las industrias en esos momentos, sino por el régimen de vientos.
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