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Ha sido más que un lavado de cara. Una profunda rehabilitación para que las antiguas cocinas y la lavandería de la Universidad Laboral recuperen ... el esplendor de antaño, ya sin las filtraciones y humedades que en los últimos tiempos habían empobrecido su imagen perjudicando su integridad. Cerca de seis meses de arduos trabajos han sido necesarios para reparar la cubierta y para mejorar la envolvente térmica y los interiores de ambas zonas. Ya culminados, la Consejería de Cultura los recepcionó ayer y desde ya puede volver a incluir las cocinas y la lavandería en las visitas guiadas que organiza por el imponente conjunto arquitectónico diseñado por Luis Moya, Bien de Interés Cultural (BIC) y que Gijón aspira a ver incluido en el listado de Patrimonio Mundial de la Unesco.
El mal estado en el que se encontraban estos espacios, donde antaño se desenvolvían las monjas clarisas, llevó a tomar la decisión de excluirlos de esos recorridos en enero de 2023. Primero, para llegar a ellos, había que recorrer un pasillo de poco más de cien metros con los techos descascarillados y enmohecidos y goteras que, en días de lluvia, obligaban a colocar todo tipo de recipientes para recoger el agua. Ya en las cocinas, las humedades volvían a ser visibles en los altos techos de un blanco deslucido y en los marcos de madera de las ventanas, totalmente podridos.
El proyecto de rehabilitación y reforma fue redactado por el estudio Lumo Arquitectos y ejecutado, desde el pasado otoño, por la constructora Citanias, con un presupuesto que rondó los 430.000 euros.
Las obras se abordaron en dos fases. En la primera se actuó en la cubierta principal, la sala de calderas y la torre. Para garantizar la impermeabilización, se procedió al retejado de la cubierta de pizarra y se repararon ventanales, barandillas y carpintería en mal estado. Durante la segunda fase se actuó en los interiores, se arreglaron elementos desprendidos, se sanearon y pintaron paredes y se repararon la imponente chimenea de la cocina y los techos. «Fue una obra muy complicada por el mal estado en que estaban los espacios, la singularidad de los techos y la dificultad que suponían los accesos», resume el gerente de Citanias, Javier Sal.
En el momento de mayor actividad, la obra contó con una veintena de trabajadores, entre montadores de andamios –necesarios para llegar a la bóveda de la cocina–, restauradores, pintores y albañiles.
Además de la mejora de la eficiencia energética, la intervención que se ha llevado a cabo ha permitido recuperar el estado original de estas dependencias. Es el resultado más visible.
A escasos metros, en la iglesia del que es el edificio civil de mayor tamaño de toda España, Citanias da por «prácticamente acabada» la obra de rehabilitación del templo desacralizado que, en los momentos de mayor actividad, llegó a movilizar a algo más de cuarenta profesionales. A falta de pequeños remates, se está a la espera de que concluyan los trabajos de restauración de las dos cruces –la de la Victoria, que coronaba la puerta de acceso a la iglesia, y la de la linterna de la cúpula– que se están llevando a cabo en el taller avilesino Auriga para desmontar todo el andamiaje.
La previsión es cumplir con los plazos de ejecución previstos y entregar las obras «en la primera quincena de julio».
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