Kop'a Vino «vendrá de lejos»

Este año la agrupación dice venir «de lejos», además de «pillados por el toro» en cuanto a tiempos. Al mantener el factor sorpresa, tan importante en un concurso como el del antroxu, uno debe imaginarse qué querrán decir con esa lejanía. Puede ser desde un disfraz de Trump hasta montañeros del Himalaya u ovnis, quién sabe. Barajaron varias ideas y estuvieron a punto de decantarse por la temática de 'Charlie y la Fábrica de Chocolate'. Sin embargo, dicen, «no nos convenció del todo y encontramos otra mejor».

Lo que peor llevan es el remate final de los trajes: «Todavía estamos terminándolos, a menos de una semana de que comiencen las fiestas» porque, cuentan, «están llevando mucho tiempo, es una vestimenta muy elaborada». También se encontraron en pleno mes de enero con un «problemilla» de logística: «Alquilamos una nave y cuando comenzamos a subir todas las cosas para ensayar allí, empezaron a aparecer dentro un montón de palés de café en grano. Llegaron a meternos en la nave hasta 19.400 kilos de café y tuvimos que cambiar de local».

Las letras tendrán un toque de protesta, aunque, parece ser, con menos humos que antaño. «Contaremos con siete canciones muy de Gijón y alguna un poco reivindicativa», avanza la portavoz, Verónica Vázquez. ¿Dejarán atrás esos temas basados en Los Berrones, Raphael o Los Refrescos, pero con una letra muchísimo más activista, donde critican a políticos e incluso a la figura de la suegra? «Si coge el mandu la televisión, ta con el zapin pa'rriba y pa'baxo o con el culebrón. Si voy con ella nun pueo conducir. No corras tanto, cuidao no adelantes que vien otru allí». Habrá que esperar al antroxu para verlo.

Este año serán 45 personas, alguna más que el año pasado. «Se incorporó gente nueva, sobre todo jóvenes», señala Vázquez. Reconoce además que «algunos se retiraron porque no podían compatibilizar la charanga con sus trabajos». Aunque la mayoría de los componentes son de Contrueces, ensayan a diario en Nuevo Roces porque es donde encontraron un local adecuado. «En nuestro barrio nos ofrecían la iglesia e incluso el colegio, pero nos resultaba incómodo tener que estar montando y desmontando instrumentos y demás parafernalia todos los días», aclaró.