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Nichos llenos de flores en Ceares. Mónica Goyanes coloca flores en la tumba de sus abuelos.

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Nichos llenos de flores en Ceares. Mónica Goyanes coloca flores en la tumba de sus abuelos.

«Ya están juntinos, como mi madre quería»

A pesar de la lluvia, miles de gijoneses cumplen con la tradición de Todos los Santos y arreglan con flores las tumbas de sus seres queridos | Los cementerios se llenan de historias como la de Margarita Fernández, que visita a sus padres en Deva desde hace tres años

EVA FANJUL

GIJÓN.

Sábado, 2 de noviembre 2019, 01:52

«Me cuesta contener la emoción porque la echo mucho de menos», cuenta Margarita Fernández Martínez mientras coloca un ramo de flores ante el árbol del Parque de Cenizas de Deva que acoge la tumba de su padres. «Mi padre estaba enterrado en Figaredo. La ilusión de mi madre era estar con él. Así que hace tres años, cuando ella murió lo trajimos para aquí. Ahora su sueño se hizo realidad. Ya están los dos juntinos, como ella quería», añade emocionada.

Haber cumplido la voluntad de su madre es el mayor consuelo para Margarita. Al igual que a ella, la emoción embargó ayer a muchos gijoneses que visitaron a sus difuntos para cumplir con la tradición de Todos los Santos. La añoranza es estos días un sentimiento compartido que no entiende de tiempos ni edades. Quizá por eso Jesusa Riestra Rodríguez, de 94 años, se agarra con fuerza a la puerta del columbario de Deva. Le cuesta soltarla, no resulta fácil despedirse del lugar donde descansa su marido. Fuera la esperan su hija, nietas y bisnietos, que la animan en un día «complicado».

La lluvia del mediodía no frenó la afluencia de público a los cementerios de Ceares y Deva y propició una procesión multicolor de ramos y paraguas que recorría los diferentes pasillos y las baterías de nichos. En Ceares, el agua y el jabón ponían a punto lápidas, panteones y tumbas que lucían flores nuevas. Aquí y allá se izaban escaleras, se llenaban calderos de agua y se repasaban cristales en un respetuoso silencio.

Es cierto que la media de edad de los visitantes es alta pero también llama la atención la presencia de grupos familiares integrados por miembros de todas las edades. Al pie de una pequeña tumba encontramos a Adriana Iglesias Tornero, afanada en limpiar el mármol y colocar flores en el jarrón. Junto a ella su pequeña hija Nora la observa y un poco más allá, el resto de la familia. En total, cuatro generaciones reunidas en torno al recuerdo de la hermana pequeña de Adriana. «Iba a llamarse Tania. Yo no la conocí pero siempre vine a verla con mis padres y los sigo haciendo ahora con mis hijas. Considero que es algo natural que los niños vengan al cementerio», explica.

Para esta familia, el día de Todos los Santos es una jornada de intensa actividad, de un lugar a otro del cementerio de Ceares y también del de Jove. «Aquí en la fosa común tenemos a mi bisabuelo y luego lo iremos a ver», explican. Precisamente en la fosa común encontramos a Jesús Ángel Carrio, de Nava, nieto del que fuera alcalde socialista de Nava, José Moro Canal. Él no está aquí, está en el cementerio, aquí tengo a uno de los dos tíos por parte de padre que fueron fusilados cuando la Guerra Civil. Aquí está mi tío Jesús», recuerda.

Para Jesús Ángel Canal el día de hoy es «muy especial», pero no es el único en el que visita la fosa común en la que se encuentra su tío. Aficionado al fútbol, «vengo muy a menudo a ver jugar al Ceares y antes de los partidos paso por aquí siempre», cuenta.

La cita de ayer es obligada para muchos, aunque en ocasiones las circunstancias impiden cumplir el compromiso y alguien toma el relevo. «Habitualmente viene mi madre a arreglar la tumba de mis abuelos pero no pudo este año y vine yo, porque me presta», explica Mónica Goyanes García al tiempo que se estira para colocar las flores.

Mientras mira como quedan los claveles, cuenta cómo son momentos en los que le vienen recuerdos de su abuela. «Se llamaba María Teresa y era de Cimadevilla. Yo pasaba mucho tiempo con ella, para mí era como mi segunda madre», cuenta emocionada.

Floristerías «a tope»

Este fiesta de difuntos ha sido «muy movida» para las floristerías de los cementerios municipales. «No hemos parado desde hace más de cuatro días», explica la florista Cris Coello.

La explicación a tanta anticipación se encuentra en la combinación de varios factores: «Que anunciaron muy mal tiempo y la gente quiso asegurarse el poder venir y, también, que muchos se van de puente y no quieren faltar a la tradición, aunque sea de forma adelantada», explica Coello.

Aunque cada vez se incorporan nuevas plantas a las ofrendas funerarias, la tradición sigue mandando en los adornos florales. Los artículos más solicitados son «las moñas, elaboraciones típicas de Gijón», destaca. Lo que si varía dependiendo del lugar son las preferencias sobre el tipo de flores que adornan las tumbas. «En Ceares lo que más se vende son los claveles blancos. Sin embargo, en Deva las favoritas son las rosas», indica Coello.

Lo que si está creciendo, asegura la florista, es el número de familias que contratan el mantenimiento de los nichos. «Cada vez hay más gente que no puede venir a menudo al cementerio y nos pide que arreglemos las flores y limpiemos las lápidas», comenta la florista.

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