Julia Magdalena
Enseñanza. ·
Directora del Centro de Educación de Personas Adultas, distinguido recientemente con la Medalla de Oro de Gijón. Maestra, pedagoga y especialista en formación de adultos, se jubila el próximo octubreSecciones
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Enseñanza. ·
Directora del Centro de Educación de Personas Adultas, distinguido recientemente con la Medalla de Oro de Gijón. Maestra, pedagoga y especialista en formación de adultos, se jubila el próximo octubreLAURA CASTAÑÓN
Domingo, 17 de julio 2022, 16:10
Cuando se aproximaba el momento de su nacimiento, en el hogar de los Magdalena se aguardaba a un niño porque en los meses de gestación había mostrado una inusual actividad. El matrimonio tenía ya una niña, Carmen, y había ganas de un chico al que ... ponerle el mismo nombre que el padre, el pintor Julio Magdalena. Era el día del Pilar de 1962, en Gijón, y llegó ella. La segunda niña. Así que solo hubo que sustituir la 'o' por la 'a', y acoger a Julia, que llegaba con la intención de, si no perpetuar el nombre y el arte del padre con el pincel, sí de pintar con el color de la esperanza el presente y el futuro de muchas personas.
Hay profesiones que se eligen por tradición familiar, por adecuación entre el rendimiento académico y las exigencias, o por arrebatos instantáneos. Y luego está esa vocación que no se sabe muy bien de dónde procede pero que va escribiendo las líneas de una biografía en que cada paso es consecuencia del anterior y sumados dan como resultado una vida. En el caso de Julia Magdalena, el deseo de enseñar viene de muy atrás. De cuando era niña, y muy buena estudiante, y en el séptimo curso de EGB su tutora depositó en ella la responsabilidad de ayudar al resto de la clase con las tareas durante aquella famosa sexta hora. Julia Magdalena descubrió que aquello no solo se le daba bien, también le encantaba hacerlo. A eso se unió más tarde su trabajo en el voluntariado en el Hogar de San José los sábados, encargándose de un grupo de niños.
Que estudiara Magisterio llevada por ese deseo de entrega que palpita al ritmo exacto de sus latidos, era lo más lógico, y que su vida se dedicara de lleno a la docencia, inevitable. Que se especializara licenciándose en Pedagogía, una muestra de su interés por los procesos del aprendizaje. Y que hiciera un posgrado en Formación de adultos, la consecuencia inexorable de la pasión que siente por formar a aquellos que por diversas circunstancias no han tenido ocasión, o no ha sido el momento adecuado, o solo al llegar a una cierta edad han sido capaces de entender la necesidad de acceder a determinados conocimientos
Cuando Julia Magdalena se decide a hacer las cosas, tira adelante con todas las consecuencias. Siempre ha sido así: esa voluntad que se percibe en el gesto con el que planta cara a cualquier dificultad, con la sólida educación recibida en su casa y de la que se siente orgullosa y agradecida. Esa misma educación que, sumada al currículum escolar, siempre ha conseguido inculcar a sus alumnos. De todos los grupos de edad que han pasado por sus clases se queda, además de con los adultos, con los que plantean una mayor dificultad: los adolescentes, habitantes de un universo en el que se mezcla la rebeldía y el idealismo. Un reto complicado, pero justo lo que puede resultar un estímulo para esta mujer de apariencia delicada, aunque no frágil, que guarda al otro lado de su mirada una energía y una vitalidad en franco contraste con la serenidad que está instalada en su forma de enfrentarse a la vida, tomada de uno de los parlamentos de Sempronio en La Celestina: «Todo pierde con el tiempo la fuerza de su acelerado principio». Y ella ha superado la asignatura de la paciencia, de la tranquilidad, la del esfuerzo como único camino para llegar a la meta. Voluntariosa y tenaz, optimista y enérgica, se asoma desde las certezas a ese futuro ya más cercano con una jubilación en el horizonte. Habrá un temblor de lágrimas y de emoción cuando llegue el momento, pero el espíritu de incansable luchadora encontrará en el voluntariado, en las muchas opciones que los años le ofrezcan, la oportunidad de pintar con los pinceles de los sueños la herencia humana de su padre. Y al abrir una página nueva, podrá conjugar su verbo favorito: Seguimos.
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