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Felipe A. R., esposado, escucha la declaración de su exesposa en la Audiencia Provincial. Damián Arienza
Juicio por el crimen de la inmobiliaria en Gijón

«Cuando el detenido escuchó que la víctima había muerto, sonrió y dijo: 'Ahí está bien'»

Los policías que arrestaron a Felipe A. R. tras el crimen de Francisco Javier Rodríguez Tobajas relataron que «al vernos levantó las manos, se entregó y dijo de forma espontánea que la víctima le había destrozado la vida»

Olaya Suárez

Gijón

Martes, 1 de abril 2025, 13:44

«Cuando lo llevábamos detenido en el coche patrulla escuchó por la radio que la víctima había fallecido y en ese momento esbozó una amplía sonrisa y dijo: 'Ahí está bien'». Los agentes de la Policía Local de Gijón que declararon hoy martes en la segunda sesión del juicio por el crimen de Francisco Javier Rodríguez Tobajas relataron que localizaron al sospechoso de haber apuñalado mortalmente al dueño de la inmobiliaria a «aproximadamente medio kilómetro del lugar de los hechos», concretamente en la calle Quevedo. «Cuando vimos que la descripción coincidía con la aportada por un testigo, nos bajamos del vehículo, nos dirigimos hacía él y ya vimos que tenía el pantalón manchado de sangre. En ese momento levantó las manos y se apoyó contra una pared, en ningún momento opuso resistencia, al contrario, colaboró en todo momento», añadieron los agentes durante la segunda sesión de la vista oral que se celebra en la Sección Octava de la Audiencia Provincial, en Gijón.

El acusado, Felipe A. R., fue llevado al centro de salud como establece el protocolo para los arrestados y fue en ese momento cuando «de forma espontánea, dijo que la víctima le había destrozado la vida con un préstamo que le había concedido años antes», añadieron los policías locales. El arma con el que el procesado mató a Rodríguez Tobajas fue localizado por una pareja de agentes de la Policía Nacional. «Cuando llegamos al lugar los testigos explicaron por dónde había huido el atacante, fuimos siguiendo sus pasos y mirando en papeleras y contenedores, ya que referían que había metido el cuchillo en una bolsa y que la llevaba en la mano. Por lógica, cuando llegamos al entorno de una residencia de ancianos en las inmediaciones decidimos mirar al otro lado del muro del perímetro por si hubiese tirado allí el arma, y efectivamente, estaba allí dentro de una bolsa», explicaron ante el jurado popular los agentes de la Policía Nacional que también declararon en la sala de vistas.

«Felipe los últimos tiempos era otra persona»

 

Además de los miembros de las fuerzas de seguridad, fueron llamados como testigos los familiares tanto del acusado como de la víctima. La exmujer de Felipe A. R., quien había suscrito el crédito con el prestamista, aseguró que «firmó un documento en blanco y me engañaron, no le dije nada a mi marido hasta que no pude hacer frente a los pagos porque bastante tenía con estar todo el día trabajando». Asegura que recibió 3.500 euros. Sin embargo, en el documento de acreditación de la deuda figuran 12.900 euros. «Los últimos años Felipe no era la misma persona, había cambiado. No era el mismo. Debía de tener una depresión pero es muy bruto y nunca quiere ir al médico, pero tendría que haber ido», dijo. Sobre la supuesta relación sentimental con la víctima que relató su exesposo el día anterior, lo negó rotundamente. «A ese señor lo vi cuatro veces en mi vida y nunca jamás tuve nada con él», añadió.

También la hija del procesado declaró que los meses anteriores al crimen su padre «estaba muy muy raro, ni siquiera aparecía a comer a casa de mi abuela los domingos que era el día que lo veíamos. No nos cogía ni el teléfono y cuando por fin pudimos contactar con él, nos dijo que estaba muy mal». Explicó que aquel día de septiembre de 2023 su padre les llamó desde la Comisaría y solo les dijo que estaba detenido «porque había hecho algo muy malo». «Atamos cabos al leer en EL COMERCIO lo que había pasado, pero de mano no nos dijeron nada», apuntó. Según su testimonio, hasta los propios policías «de la Udev, nos dijeron que sabían perfectamente que la víctima iba a acabar así y que la pena era que le hubiese tocado a mi padre».

La hija de la víctima narró cómo había salido de la inmobiliaria y vio a su padre «con unas heridas muy grandes y lleno de sangre y a ese señor que está ahí sentado mirando entre la gente». Señaló que meses después tuvieron que cerrar la inmobiliaria que gestionaba su padre en El Coto y a cuyas puertas le dieron muerte. «No podíamos llevarla», aseguró.

Para mañana miércoles se espera que el juicio continúe con la intervención de los forenses que le practicaron la autopsia a la víctima y con las conclusiones de las partes. La fiscalía considera que los hechos son constitutivos de un delito de asesinato y solicita que condenen a 18 años a Felipe A. R. La acusación particular eleva la petición a los 20 años y la defensa reconoce que el delito pero solicita que se tengan en cuenta los atenuantes de obcecación, confesión y reparación del daño.

En su declaración, el procesado manifestó que llevaba 18 años obsesionado con la víctima y que hacía una década había tomado la decisión de matarle.

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