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A Olivia ya no le podrán ni hacer justicia. El único consuelo que le quedaba a su padre, mínimo ante semejante desgracia, se esfumó con el suicidio de la mujer que le arrebató a su única hija a la edad de seis años. El juzgado ... de Instrucción número 1 de Gijón acaba de dictar el auto de extinción de responsabilidad por el fallecimiento de la acusada, Noemí Martínez Largo, quien se ahorcó en la cárcel de Asturias a la espera de ser juzgada.
El procedimiento del asesinato ha quedado archivado cuando se cumple el primer aniversario de la muerte de la pequeña a manos de su madre. Le administró un cóctel mortal de analgésicos y ansiolíticos. El triple de lo que ya habría resultado letal para sus escasos 20 kilos, según consta en el sumario de la causa.
Los análisis forenses revelaron la presencia de lorazepan –un fármaco sedante y ansiolítico– y también, en una dosis más pequeña, pero mortal, dexketoprofeno trometamol, comercializado bajo el nombre de Enantyum y que se usa para el dolor agudo. Se los introdujo disueltos en un tazón de leche con cacao, según se precisó en las diligencias policiales y ratificó la autopsia.
Noemí Martínez permaneció con el cadáver un día entero en casa, hasta que un mensaje a su hermano hizo saltar todas las alarmas: «Antes de dársela a él, la mato». Y así fue. El padre, Eugenio García, acababa de conseguir la custodia de Olivia después de años reclamándola y recibiendo denuncias y denuncias de su exmujer en un intento desesperado para que no lo consiguiese.
El asesinato se produjo en Gijón, en el piso de la avenida de Gaspar García Laviana que había alquilado unos meses antes y tan solo unas horas después de recogerla en Segovia de casa del padre. Era sábado 29 de octubre de 2022. El lunes la niña debería haber empezado su nueva vida en Segovia, con su padre y la pareja de este y en el mismo entorno en el que se había criado y en el mismo colegio de los padre claretianos del que su madre la había arrancado para trasladarse a más de 400 kilómetros, a una ciudad en la que no tenían vinculación alguna, una estrategia para que Olivia no tuviera contacto con su familia paterna.
Pero precisamente ese traslado de domicilio entre comunidades autónomas sin el permiso judicial jugó finalmente en su contra. El desarraigo causado a la pequeña fue el detonante para que acordar un cambio de custodia de la madre al padre.
Noemí Martínez fue madre con 41 años. Brillante estudiante, acabó dos licenciaturas en la Universidad Autónoma de Madrid: Historia e Historia del Arte. Trabajó en el Museo de Arte Contemporáneo de Segovia y en el Museo Picasso de Málaga. Metódica y disciplinada, cuentan sus allegados que «todo cambió cuando tuvo a la niña». «Se obsesionó», abundan. Dejó de trabajar y se centró en Olivia. Cuando la pequeña tenía aproximadamente un año el matrimonio se separó y «a partir de ahí empezó el calvario». Interpuso una veintena de denuncias a su exmarido, por agresiones físicas y psíquicas e incluso por abusos sexuales a la niña. Quería evitar, a toda costa, que Olivia tuviera relación alguna con su padre. Por ese motivo, cuando recibió la notificación del juzgado comunicando que había perdido la custodia, decidió matar a la pequeña.
Hizo acopio de medicamentos y a las pocas horas de recogerla de la visita con su padre, la mató. Ella, según la investigación, simuló querer quitarse la vida, si bien los médicos que la atendieron declararon ante la jueza que su vida no estuvo comprometida. Tomó una dosis muchísimo más pequeña de sedantes de los que le dio a su hija. Fue detenida después de que la Policía Nacional descubriese el macabro hallazgo. A los pocos meses desde Instituciones Penitenciarias decidieron cambiarla a la cárcel de Ávila por el mal comportamiento que tuvo en la prisión asturiana y los conflictos con otras internas.
Prisión permanente revisable
La mañana del 24 de septiembre las funcionarias del módulo de mujeres de la prisión de Asturias la encontraron ahorcada con una sábana en su celda. Había vuelto apenas unos días para escuchar formalmente su imputación por el delito de asesinato.Afrontaba una condena de prisión permanente revisable.
A Eugenio García la noticia del suicidio de la acusada le ha caído como una losa. Otra más. «Lo único que le quedaba era poder hacer justicia por su hija y que la asesina pagase por lo que hizo, le han quitado hasta eso...», señala su entorno. El mal le privó de poder pasar toda una vida con Olivia, su 'pirata', como él la llamaba. «Te quiero y nos vemos en dos días», le dijo cuando se despidieron.
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