Juan Bautista M. Gemar
DE SOMIÓ A CIMADEVILLA ·
Intrépido deportista y genial arquitectoJANEL CUESTA
Lunes, 14 de febrero 2022, 00:58
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DE SOMIÓ A CIMADEVILLA ·
Intrépido deportista y genial arquitectoJANEL CUESTA
Lunes, 14 de febrero 2022, 00:58
Es muy difícil encontrar un personaje que con solo 47 años de vida y 20 de actividad profesional deje una huella tan latente en todo ... Gijón y un recuerdo omnipresente en cuantos le conocieron como Gemar. Es totalmente cierto que, como le califica su colega de profesión el añorado Joaquín Aranda en su libro dedicado a los arquitectos asturianos, Juan Bautista Martínez Gemar fue un genial arquitecto, intuitivo, extrovertido, avasallador, con una vida agitada, activa y popular.
Gemar, como todo el mundo le llamaba y con ello ya no necesitaba mas presentación, nació en Pola de Siero en febrero de 1942, fue el segundo detrás de su hermana Mercedes, hijos de María del Pilar Gemar Sánchez y el aparejador (ahora arquitecto técnico) Celso Martínez Corte, que fue presidente del Grupo de Cultura Covadonga entre 1959 y 1967, y a quien hay que reconocerle, entre otras logros, el haber vencido no pocas dificultades para construir la primera piscina del Grupo y el convencer a los socios de la imperante necesidad de un cambio de ubicación para poder ampliar las instalaciones.
Volviendo a Gemar, cursó sus primeros estudios en el colegio de la Inmaculada, donde ya dio muestra de su gran fortaleza para la actividad deportiva. Practicó la natación, los saltos de trampolín y sobresalió jugando al rugby, primero en el Real Sporting y después con el Universitario de Madrid, donde llegó a la internacionalidad mientras cursaba sus estudios en la Escuela de Arquitectura de la capital de la nación.
Juan Bautista Gemar concluyó los estudios de arquitectura en 1967, ya cumplidos los 25 años de edad, y se incorporó de inmediato a la oficina técnica de Obras Públicas del Ayuntamiento de Gijón, cuando los arquitectos Enrique Álvarez Sala y Joaquín Cores estaban redactando el Plan General de Ordenación Urbana. Gemar no tardó en dar muestras de su genialidad proponiendo lo que dio en llamarse 'la avenida Imposible', que era construir una gran avenida que iba desde el Paseo de Begoña hasta el Muelle.
En lo referente a su actividad particular, pronto sobresalieron sus obras en el Muro, la torre del parque, el Real Club Astur de Regatas en la calle Corrida y el bloque de viviendas en el Polígono de Pumarín, entre otras. Pero si bien fue sobresaliente su labor como arquitecto, no tardó en hacerse famoso por su 'locura' por el automóvil, iniciándose primero en las competiciones de karts y pasando más tarde a los rallys de coches, dejando su huella por toda la Península Ibérica e incluso llegó a participar en el Rally de Montecarlo del año 1972, compitiendo sobre un Seat 124 Sport acompañado por el copiloto gijonés Alberto Rebordinos, prueba en la que llegó a competir en otras dos ocasiones frente a los mejores pilotos del momento a nivel mundial.
Por si fuera poco el mantener un estudio técnico de primer orden y su omnipresencia en el mundo del automóvil, 'Gemar' destacaba por sus habilidades culinarias, hasta tal punto que cocinaba a sus anchas en el Restaurante Llerandi, que el presidente grupista Rogelio Llana regentaba en la Cuesta de La Peñuca, en Somio, y era frecuente que Gemar llegase a un restaurante y se introdujese en la mismísima cocina para preparar la cena de un grupo de amigos. Juan Bautista Martínez Gemar había proyectado, entre otros edificios emblemáticos, el Hotel Begoña, que no pudo llegar a ver inaugurado puesto que una sucesión de paros cardiacos acabaron con su vida, el 17 de enero de 1990, a los 47 años de edad, cuando estaba ingresado en el Hospital de Nuestra Señora de Covadonga en Oviedo, causando la lógica conmoción en esta su ciudad de la que era uno de sus personajes más populares.
Gemar estaba casado con María Amparo Díaz-Caneja Rodríguez, de cuyo matrimonio nacieron sus tres hijos, Leandro, Brezo y Pelayo. Es del todo imposible haberle conocido y no recordarle con admiración. Prueba de ello es que en el Hotel Begoña, su última obra, un salón de actos que lleva su nombre está enriquecido con 12 grandes cuadros pintados por el propio Gemar, que representan escenas de las minas asturianas. El dibujo y la pintura eran otras de las muchas cualidades para las que estaba dotado, haciendo honor al pintor Eugenio Tamayo, que fue uno de sus maestros.
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