Josefina Suárez Torres, 'Chefi'
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Josefina Suárez Torres, 'Chefi'
«La única obsesión de mi padre y mi madre era que yo estudiara». Josefina Suárez Torres (San Martín del Rey Aurelio, 1959), hija de un vigilante del pozo Sotón y una tendera de ultramarinos, dice que acertó con la decisión de elegir Enfermería – ... la otra opción era Periodismo–, una profesión que amó y a la que ha dedicado 42 años de su vida.
–¿Se jubila satisfecha?
–Sí, muy satisfecha y también con pena.
–¿Y eso?
–Porque ves el futuro más inminente y te da pena no vivirlo, no estar en el meollo de esa guerra...
–Entiendo que se refiere al proyecto de ampliación y reforma del Hospital de Cabueñes, que ya no vivirá en primera línea.
–Claro. Cuando yo vine para Gijón, en febrero hará nueve años, estaba hecho el plan funcional, pero todavía no se había adjudicado el proyecto. Cuando (Joaquín) López Fando empezó a dibujar el nuevo hospital fueron muchas reuniones las que tuvimos para afinarlo, porque de cómo lo ve un arquitecto, pese a que él tenía mucha experiencia, a cómo lo ve una enfermera, que conoce el día a día, que conoce lo que se necesita y lo que no... Hubo mucho debate.
–El proyecto lleva entonces en parte su firma...
–De hecho, a día de hoy, tengo el hospital nuevo, hueco por hueco, en la cabeza. Luego hubo otra cosa, llegó la covid y nos sirvió para ver que el nuevo hospital está diseñado perfectamente para afrontar otra pandemia, para sectorizar, hacer circuitos... Sin querer, lo hicimos ya con esa visión.
–¿Cómo definiría al nuevo Cabueñes?
–Va a ser un hospital equipado con lo último de lo último. A mí me encanta. El bloque quirúrgico va a estar dotado de la última tecnología, del más moderno aparataje. La gerencia va a hacer lo imposible para dotarse de lo último en sistemas de información, que es fundamental hoy en día en un sistema sanitario. Para los profesionales va a suponer un reto importante. La última tecnología y una estructura completamente nueva cambiará la forma de trabajar.
–Usted trabajaba en el viejo Álvarez Buylla de Mieres cuando se produjo el cambio al nuevo hospital, hace diez años. ¿Cómo recuerda aquel momento?
–Cerrar Murias supuso una pérdida emocional importante. Y el cambio a un hospital nuevo fue un reto también. Entonces yo era la supervisora de Reanimación, que había sido reformada unos años antes, sobre el 2002, así que no estaba tan mal. Pero en el nuevo hospital teníamos unos respiradores de última tecnología, unos boxes que ya los quisiera cualquier UVI de cualquier otro hospital, una URPA con dieciocho camas...
–Echando la vista atrás ¿diría que la pandemia de la covid-19 fue lo peor que le tocó vivir profesionalmente?
–Sí, visto ahora, con el tiempo, sí. A mí, físicamente, me pasó factura. De hecho, una de las razones para decidir jubilarme y no seguir un poco más fue esa. Trabajamos mucho, echamos muchas horas... Desde Atención Primaria trabajábamos con los centros educativos, con los centros sociosanitarios... Había que gestionar los casos positivos, los sospechosos, rastrear los contactos, hacer PCR, aislar... Fue muy jorobado. Otro reto importante fue cuando organizamos la campaña de vacunación. Por suerte, tuve a mi lado un equipo que era la bomba. Y en los centros de salud, todos los coordinadores de enfermería eran profesionales 'chapó'. Para todas las tareas que tuvimos que asumir siempre, siempre, encontré gente. La disposición fue total.
–¿Y cuál diría que fue el mejor momento?
–Pues igual también la pandemia, fíjate. Por lo que te comentaba, porque vi que la disposición de todo el personal, de todos los compañeros, fue total.
–Ha trabajado en la parte asistencial y también en la de gestión. ¿Con cuál se queda?
–Si hay algo de lo que no me arrepiento es de haber trabajado en todos los ámbitos: Atención Primaria, Medicina Interna, en bloque quirúrgico, como instrumentista de quirófano, supervisora de REA, en Esterilización, en Urgencias de la antigua Residencia de Oviedo, donde aprendí muchísimo. Todo eso te da un bagaje muy útil.
–¿Cuál fue el mejor consejo que le dieron en esta profesión?
–Una vez oí a un traumatólogo una frase que no se me olvidó nunca; que un buen profesional sanitario había que tener aptitud y actitud. Y con eso me quedé.
–¿Y es el consejo que ha transmitido en su carrera?
–Siempre. La aptitud te la da la formación, pero tienes que tener actitud, porque trabajas con personas. Es fundamental la empatía, la humanización, mantener una actitud de respeto por el paciente y también por el compañero. Un buen ambiente de trabajo es fundamental.
–¿Cómo ha cambiado la situación de la enfermería desde que usted comenzó a la actualidad?
–No tiene nada que ver. Las enfermeras ahora están muy formadas. El sistema tiene que aprovechar esa formación, porque yo creo que no se está aprovechando del todo. Una de las razones por las que marcho es porque considero que hay que dejar paso a un nuevo perfil de especialistas, de treinta y cuarenta años, que son las que tienen que bregar y sacar adelante esto. Hay un conflicto importante con otras categorías profesionales y las enfermeras no tienen plenamente desarrolladas sus competencias. Pueden hacer mucho más de lo que están haciendo a día de hoy, porque están formadas para ello. Las enfermeras tienen que creérselo. Y luego, también, tienen que dejarnos.
–¿Cómo ve la situación de la enfermería en el Área V?
–Tenemos la suerte de que tenemos una directora de Gestión de Cuidados y Enfermería que viene con una buena estructura del HUCA, algo que faltaba en Cabueñes, y lo está ordenando. Creo que lo está haciendo muy bien, pero es algo que llevará un tiempo. Tiene una oportunidad oro con el nuevo hospital. Y luego hay unas supervisoras tanto de área como de unidad que son para quitarse el sombrero. Hay muy buenas profesionales. También en Atención Primaria.
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