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Despedida del médico Joaquín Bertrand Mira, este miércoles, en la iglesia de San Julián de Somió. José Simal
«Joaquín no solo se dedicó a curar lo físico, también hizo felices a todos a su alrededor»
Funeral del médico Joaquín Bertrand en Gijón

«Joaquín no solo se dedicó a curar lo físico, también hizo felices a todos a su alrededor»

La iglesia de San Julián de Somió despide a 'Joaco' Bertrand, médico en el servicio de Urgencias de Cabueñes, tras fallecer este lunes a los 66 años

María Agra

Gijón

Miércoles, 2 de abril 2025, 19:32

Médicos, enfermeros, amigos, vecinos, familiares y otros compañeros de trabajo se agolparon en la tarde de este miércoles en la iglesia de San Julián de Somió, en Gijón, para despedir al médico Joaquín Bertrand Mira –'Joaco', como le conocían todos–, buen profesional y mejor persona que llevaba más de tres décadas trabajando en el servicio de Urgencias del Hospital de Cabueñes y al que sus compañeros consideraban «uno de los clásicos».

Por eso el templo estaba a rebosar. Su fallecimiento este lunes, a los 66 años, llegó como un zarpazo para todos sus seres queridos después de dos años luchando contra la enfermedad y a una edad joven, pero «era una persona profundamente creyente y su enfermedad le hizo centrar aún más su vida en la fe», destacó el Andrés Fernández, párroco de Viesques y de la Asunción y actual capellán del Sporting de Gijón, que es «amigo de la familia» y acompañó al párroco Luis Muiña durante la ceremonia.

'Joaco' era muchas cosas. «Amable», «alegre», «trabajador», «enamorado de su profesión, de lo que hacía y de cómo lo hacía»... Y lo era, sobre todo, en un lugar tan importante como son las Urgencias, donde «cada vez que nos acercamos vamos con temor, buscando una palabra que nos sosiegue», apuntó Fernández. De ahí que fuese tan rotundo cuando afirmó que «era una suerte encontrarse con él».

La fe, su fortaleza

En su persona resumía todas las cualidades anteriormente mencionadas, no solo por sus conocimientos, que «eran muchos y bien cimentados en la ciencia médica, sino por su humanidad. Su bonhomía era lo que le hacía grande», abundó. Disfrutó de su vocación hasta que le llegó la enfermedad y quería solicitar la jubilación activa para poder seguir trabajando en lo que más le gustaba, pero todo eso se vino abajo con un revés que «él veía como, poco a poco, le iba acercando al final».

Su fortaleza fue la eucaristía, recibir al Señor en su casa. «Esperaba a que pasase la fisioterapeuta y después venía el cura, que era quien le daba fortaleza. Una ayudaba en lo físico y otro en sus momentos de enfermedad», puntualizó su amigo. Todo ello unido al amor de su esposa, María José del Campo, 'Majo', y de quienes le brindaron todos los cuidados necesarios para seguir adelante.

«Joaquín no solo se dedicó a curar lo físico, también hizo felices a todos a su alrededor», remarcó Fernández, haciendo hincapié en que las últimas veces que fue a la eucaristía –las últimas de verdad las recibió en casa–, ya «malín», ponía sus ojos en el Señor y el corazón en la Virgen: «Podían faltarle las fuerzas o las ganas de comer, pero nunca le faltaba recibir con alegría al médico del cuerpo y alma: Jesucristo».

Entre los asistentes estaban Ana Velasco, directora del Hospital Vital Álvarez-Buylla (Mieres); Jesús Babio, jefe del servicio de Reumatología en Cabueñes; Roberto Fernández, jefe de Oncología; sus compañeras de Urgencias Charo Carrio y Carmen Rodríguez, y Alfonso García-Viejo, médico de Atención Primaria en el centro de salud de La Calzada II, entre otros.

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