
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LAURA MAYORDOMO
NAVIA.
Viernes, 14 de diciembre 2018, 03:56
Javier Ledo, el coañés de 42 años que se encuentra en prisión preventiva desde hace nueve meses como presunto autor de la muerte violenta de la gijonesa Paz Fernández Borrego, regresó ayer a la casa donde la investigación cree que cometió el crimen el pasado mes de febrero. Era la quinta vez que ponía el pie en la vivienda familiar ubicada en el centro de Navia, en la confluencia de las calles Hospital y San Francisco, tras su detención, el 9 de marzo, como único sospechoso del crimen. Tras su arrestó confesó, si bien ante la jueza de Luarca que inició la instrucción del caso cambió luego de versión y apuntó a que la muerte de Paz Fernández Borrego, de 43 años y madre de dos hijos, se había producido de forma fortuita. Aseguró que se había caído por las escaleras: «Ella estaba muy borracha, perdió el equilibrio y cayó». También argumentó que si no había dicho nada era porque tenía un juicio pendiente con su expareja -por quebrantar una orden de alejamiento, causa por la que fue juzgado apenas una semana después y condenado a nueve meses de prisión- «y tenía miedo de acabar en la cárcel».
Ayer, durante la reconstrucción de los hechos y la inspección ocular ordenadas por la magistrada del Juzgado de Violencia contra la Mujer de Gijón, Estrella González, insistió en esa versión. En que la gijonesa había fallecido de forma accidental y que él, por temor a las consecuencias, había limpiado todo rastro de sangre en la vivienda y se había deshecho del cuerpo de Paz Fernández Borrego arrojándolo al embalse de Arbón.
A todos estos escenarios, además de a los dos aparcamientos en los que consta estuvo estacionado el vehículo de la gijonesa -uno en la calle Folgueras, donde lo dejó tras deshacerse del cuerpo. El otro, a dos kilómetros y medio, el del hospital de Jarrio, adonde lo movió días después y donde finalmente fue localizado- regresó ayer el autor confeso del crimen. Lo hizo en un recorrido dirigido por la jueza que comenzó sobre las once de la mañana y finalizó en el cuartel de la Guardia Civil de Navia pasadas las dos de la tarde. Más de tres horas en las que Ledo dio su particular versión de lo sucedido incurriendo en su relato, según pudo saber este periódico, en notables contradicciones.
Interno en la prisión de Mansilla de las Mulas (León), el coañés había sido trasladado previamente a la cárcel asturiana, desde donde ayer un furgón de la Guardia Civil lo condujo hasta Navia. Vestido de negro, con zapatillas deportivas de color azul, la cabeza rapada y perfectamente afeitado, su aspecto evidencia que ha ganado algo de peso durante su estancia en prisión.
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Esposado y custodiado por varios agentes, el autor confeso de la muerte de Paz Fernández Borrego entró a la vivienda a la que posteriormente accedieron la magistrada, personal de su juzgado; el abogado de la defensa, Pedro Víctor Álvarez; el representante del Ministerio fiscal, la abogada del Estado -presente en la causa al considerarse un delito de violencia de género- y los letrados de las acusaciones particulares: Julio Nieda, en representación de la madre y las hermanas de la fallecida, y Graciela Lagunilla, que defiende los intereses de los dos hijos de Paz Fernández Borrego. Cerca de una veintena de efectivos de la Guardia Civil participaron también en la práctica de estas diligencias ordenadas por la titular del juzgado. Incluso se requirió la presencia de miembros del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil (GEAS), dado que fueron ellos los que, el 6 de marzo, rescataron el cadáver de la gijonesa del embalse de Arbón.
En este paraje del concejo de Villayón se hicieron posteriormente dos paradas. La primera, en la zona donde un vecino de Luarca descubrió el cuerpo de la gijonesa flotando inerte en el agua, duró apenas diez minutos. En segundo lugar, la comitiva judicial se dirigió al punto de la carretera AS-25 desde donde Ledo arrojó el cadáver de Paz Fernández al agua, en el puente de La Pontiga, a 12 kilómetros de Navia. Para llegar hasta allí había utilizado el vehículo de la propia víctima, que previamente había aparcado frente a la casa de la calle Hospital para introducir en él el cadáver. Siguiendo sus pasos, el siguiente lugar que visitaron fue un pequeño aparcamiento en superficie de la calle Folgueras, en la localidad coañesa de El Espín, en el que el día del crimen dejó estacionado el turismo. Dos días después regresó a por él y condujo hasta el hospital de Jarrio, donde lo dejó aparcado hasta que la Guardia Civil lo localizó una vez que la familia de Paz Fernández Borrego había presentado ya una denuncia por su desaparición.
La causa por la muerte de la gijonesa ha sido considerada compleja, por lo que el plazo para completar la instrucción se ha ampliado a 18 meses. Eso significa que el juicio, que será con jurado popular, no podrá celebrarse, como pronto, hasta finales de 2019.
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