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Director. Javier Fernández, con un tren donado. JUAN CARLOS TUERO
«Fue un trabajo muy entretenido, pero una labor de chinos»

«Fue un trabajo muy entretenido, pero una labor de chinos»

Javier Fernández, director del Museo del Ferrocarril ·

«El 99% del material estaba tirado en la calle, en escombreras, en chatarrerías... Hubo que restaurarlo uno por uno»

MARCO MENÉNDEZ

GIJÓN.

Jueves, 3 de marzo 2022, 17:18

Se cumplen ahora 30 años del inicio de las obras del Museo del Ferrocarril. Su director, Javier Fernández, dará una charla sobre ello el próximo 17 de marzo y contará cómo fueron aquellos trabajos entre mediados de 1992 y 1998, hasta que abrió al público. «Hacer un museo desde cero en cinco años no es un mal récord», asegura.

-¿Tanto tiempo duraron las obras?

-Sí, porque se hizo en tres fases. Nosotros lo ocupamos en diciembre de 1993. Se terminó a mediados de 1998 y hubo que esperar a que viniera el príncipe a inaugurarlo. Hacer un museo desde cero en cinco años no es un mal récord, teniendo en cuenta que, además, el poco dinero que había, que tuvimos que restaurar todo el material, hacer la colección, la museografía, la investigación, etcétera.

-¿Se empezó completamente desde cero?

-Cuando vinimos, el edificio estaba vacío, no había nada de nada.

-¿Hacer la colección fue lo más complicado?

-No era una colección que ya existiera. Hubo que gestionar la cesión de las piezas. Al principio hubo unos 30 cesionarios y tuvimos que negociar con empresas como Ensidesa, Hunosa, Feve, Renfe, Minas de Lieres, La Camocha, etcétera. Una lista grande de empresas. La idea no era comprar nada, sino lograr cesiones o donaciones. En general, fueron muy receptivas, lo que no significa que fuera fácil. Hubo que negociar una por una.

-¿Y cómo estaba el material móvil que consiguieron para el museo?

-El 99% estaba tirado en la calle, en escombreras, en chatarrerías... Estaba en un estado terrible. Hubo que restaurarlo uno por uno. Eso cuesta una millonada y se hizo con escuelas taller, planes de empleo y colaboraciones con otras entidades. Más toda la investigación que lleva. Fue un trabajo muy entretenido, pero una labor de chinos, de muchísimo trabajo.

-¿Las restauraciones fueron complicadas?

-En aquella época no había en España una experiencia práctica no ya en restauración de material ferroviario, sino en material industrial mueble. Nosotros creamos la teoría de cómo tenía que ser.

-¿Qué quiere decir?

-Que coges una locomotora que está en una chatarrería y lo primero que tienes que decidir es qué quieres hacer con ella, cómo y quién lo va a hacer, pero todo eso basado en algo concreto, no la podemos pintar de verde porque nos guste. Fue muy difícil la investigación, complicada la teorización de la restauración y la determinación de los procedimientos, pero también encontrar quien lo hiciera a un precio razonable.

-¿Cómo lo solucionaron?

-Contratar a empresas hubiera sido inviable. Se utilizaron escuelas taller y planes de empleo, fueron fundamentales, pero primero hubo que formar a los monitores y después a los chavales. Todos íbamos aprendiendo a medida que íbamos haciendo.

-Toda esta zona de Gijón cambió mucho...

-Fue una pieza clave en la regeneración urbana de todo Poniente, que entonces no se llamaba así. En ese sentido, creo que cumplimos.

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